Victoria mínima, pensarán algunos, al ver la resolución del Tribunal Deportivo de Arbitraje (TAS): Luis Suárez, aunque no podrá disputar partidos oficiales hasta que se superen los cuatro meses del castigo original, ha recibido permiso inmediato para entrenar con sus compañeros y participar en encuentros de carácter amistoso.

 

Más bien, creo que no es poco lo conseguido por el Barcelona tras apelar la sanción derivada del celebérrimo mordisco a Giorgio Chiellini, y en unos renglones más me explico.

 

El presidente de Uruguay, José Mujica, quien insultara a las autoridades de la FIFA por el dictamen inicial (“son una manga de viejos hijos de puta”), fue más argumentativo en días recientes: “Lo podían haber sancionado y que lo echaran de la cancha, pero, ¿cómo le van a prohibir que vaya a la tribuna, estar con los compañeros o ir a un partido? Eso es fascista. Están locos si creen que eso hace justicia”.

 

Algo de razón tiene el pintoresco mandatario charrúa, porque de toda la sanción al reincidente mordedor Suárez, la parte más discutible fue excluirlo totalmente como si hubiese sido sorprendido en dopaje o amaño de partidos, quitarle la acreditación, prohibirle acercarse a cualquier estamento que tuviera que ver con el futbol regulado por la FIFA, tratarlo como verdadero paria. Tomemos en cuenta que muchísimos futbolistas han golpeado, pateado, provocado, escupido, y que en su sanción siguieron concentrados con el equipo, incluso fueron premiados o recibieron medalla si se alcanzó determinado título (pensemos, por ejemplo, en Leonardo, suspendido por un codazo que generó fracturas de rostro a Tab Ramos en Estados Unidos 94, quien levantó la copa tras la coronación brasileña).

 

La victoria barcelonista radica en poder integrar a su plantel, todavía en plena pretemporada, al fichaje más caro de su historia. Darle seguimiento a su trabajo, involucrarlo en el trabajo de conjunto, hacerlo parte de la rutina del equipo.

 

Parecía muy difícil que la suspensión a Suárez se recortara, pero incluso si eso hubiera acontecido en, digamos, unas semanas, al Barcelona le conviene más poder trabajar con él desde este momento.

 

Los ocho partidos de liga que se perderá Suárez no parecen específicamente vitales para la disputa del título español. Mucho más relevantes son los tres primeros de Champions League que, según el sorteo, conoceremos su dificultad.

 

Al tiempo, se vislumbran posibles maneras de jugar del cuadro blaugrana con la artillería conformada por Rakitic, Iniesta, Messi, Neymar y el propio Suárez. ¿Qué tan bien terminarán por embonar? Es una duda que sólo se despejará a fines de octubre, en cuanto puedan compartir once en un partido oficial, aunque el hecho de ya trabajar juntos marca una notable diferencia.

 

El calendario, anunciado unas semanas atrás, no podía ser más morboso: los cuatro meses desde la mordida a Suárez (24 de junio) se cumplirán exactamente un día antes del clásico contra Real Madrid.

 

¿Que el Barcelona insiste no tener la culpa de lo que pasó en un Uruguay-Italia del Mundial? La respuesta es que no la tenían, pero la compraron a cambio de 81 millones de euros.

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