BALTIMORE— Sentado junto a una de las piscinas de su querido centro acuático de Meadowbrook, Michael Phelps observa pensativo las aguas que alguna vez le inspiraron miedo.

 

“Esto soy yo. Aquí me siento como en casa”, comentó.

 

Es aquí donde Phelps sentó las bases para ser el nadador más exitoso de la historia. Y donde, luego de regresar a la actividad, intentará recuperar su estado y añadir más gloria olímpica a su carrera en Río de Janeiro en el 2016.

 

Con la mira puesta en el campeonato nacional de este fin de semana en Irvine, California, que ayudará a determinar si está para competir de nuevo o no, Phelps sigue entrenándose en este modesto centro acuático de Baltimore, la ciudad de la que nunca se fue.

 

Antes de los juegos de Atenas y de Beijing, Phelps nadaba hasta que no daba más, cubriendo 16 mil metros diarios. Ahora da la mitad de las vueltas, pero pasa más tiempo haciendo pesas, lo que le da un físico más musculoso.

 

Si bien tiene solo 29 años, su cuerpo no se recupera con la misma velocidad que antes, por lo que trata de fortalecerlo con la esperanza de nadar más rápido en distancias cortas. Ya no competirá en el combinado individual de 400 metros. También hizo a un lado los 200 mariposa, que eran una de sus especialidades.

 

En el campeonato estadounidense, la prueba más larga que nadará será el combinado individual de 200 metros. También estará en 100m libre, dorso y mariposa. Sigue siendo un programa duro, pero nada comparado con el de Ryan Lochte, que participará en seis pruebas, o con el de Katie Ledecky, la niña de 17 años que estará en ocho.

 

Pero Phelps sigue siendo el rival a vencer, aunque quizá ya no sea el mejor.

 

“Cuando Michael estaba encendido, nadie podía ganarle”, expresó su entrenador de siempre, Bob Bowman. “Ahora, si Michael está encendido, hay un par de personas que pueden ganarle. Así de buenos son”.