Desde que las llaves de Corea-Japón 2002 insinuaron que podría darse una final entre las dos selecciones más hegemónicas en la historia del futbol, se afirmó con total desatino que sería el primer cotejo en Mundiales entre scratch y Mannschaft.

 

 

En realidad, siguen siendo mayoría quienes a la fecha aseguran que aquel es el único precedente respecto al partido semifinal que este martes se vivirá en semifinales de Brasil 2014.

 

 

Sucede que en el futbol, como en casi todos los demás rubros, se parte de la premisa de que esta Alemania unificada es únicamente heredera de la RFA (Alemania Federal) y no de la RDA (Alemania Demicrática).

 

 

Pues bien. En la Copa del Mundo 1974, un esquema de clasificación diferente (un round-robin de segunda ronda equivalente a cuartos de final y semifinales), colocó en el mismo grupo a los cuatro contendientes que siguen con vida en el actual Mundial: Holanda, Brasil, Argentina y, sí, la Alemania Democrática. En el otro sector estaba la anfitriona Alemania Federal con rivales menores, lo cual consiguió gracias a su controvertida derrota en la fase de grupos a manos de sus vecinos y ahora compatriotas de la RDA. ¿Controvertida por qué? Porque muchos aseguran que propició ese resultado para evitarse en el camino a las dos mejores selecciones del certamen que eran naranjas y verdeamarelas. Sobre ese tema hablé con numerosos seleccionados germanos, quienes por décadas han asegurado lo contrario. Berti Vogts incluso me compartía una anécdota que implicaba a su director técnico: «Helmut Schön era de Alemania Oriental y vivía con mucha tristeza lo que pasaba en su tierra. Antes del partido nos pidió que lo hiciéramos por él, que era muy importante para él que ganáramos. Después perdimos y en el vestidor ya no hablaba, no nos dirigía una mirada. Sólo hablaba con Franz Beckenbauer y así fue como Franz le dijo: “Vamos a ser campeones, se lo queremos dedicar”».

 

 

Como quiera que haya sido, en esa segunda fase de grupos, Brasil se impuso a la RDA en el que sería único choque entre esos dos países hasta la final de 2002. Sin embargo, la historia no lo cuenta. Y no lo cuenta porque esa unificación es contemplada más bien como la absorción de una empresa en bancarrota con todo y sus deudas (la RDA) por otra en auge y afán reparador (la RFA).

 

 

El futbol va en sentido parecido: hay más futbolistas del actual plantel alemán nacidos en Polonia (los delanteros Miroslav Klose y Lucas Podolski), que en la otrora RDA (solamente el genial Toni Kroos). Todavía peor representada está la RDA en la Bundesliga: la última vez que un equipo perteneciente al lado oriental del muro jugó en máxima categoría, fue la temporada 2008-2009 (el Energie-Cottbus). Desde entonces, viven en el mejor de los casos en la Zweite Liga o segunda división.

 

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Por ello no es de sorprender que se ignore directamente el precedente mundialista entre Brasil y Alemania que corresponde a 1974. Por ello no es de sorprender que nada más se traiga a cuento la final de 2002, con error de Oliver Kahn y doblete de Ronaldo.

 

 

Al margen de todo, ni las Alemanias de 1974, ni la Alemania de 2002, habrían soñado que jugarían en un Mundial contra Brasil y en Brasil siendo favoritos. Menos todavía, que el futbol brasileño se iba a germanizar tanto, fluyendo casi como el industrial río Rin, y que el teutón se iba a acariocar tanto, no desentonando con un cadencioso bossa nova y algún balón rebotando en las arenas de Ipanema.

 

 

Pero eso ya son cosas del balón y sus metamorfosis, que siempre sorprenden. Lo otro, cosas de la historia y sus omisiones, que a nadie tienen por qué sorprender.

 

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