WASHINGTON. La situación de Irak ha provocado una curiosa convergencia de intereses. El gobierno de Barack Obama enfrenta un complicado e inusual panorama de seguridad nacional con la aparente entrada de Siria en el conflicto de Irak en favor del gobierno de Irak respaldado por Estados Unidos, como también el apoyo militar iraní al primer ministro iraquí Nuri al-Maliki.

 

Washington ya estaba hilando fino con Irán, que Estados Unidos considera el estado más activamente patrocinador del terrorismo, por el interés común de contener el avance de los rebeldes suníes en Irak.

 

Ahora, para rematar las complicaciones, el presidente sirio Bachar Al Asad —un paria a los ojos de los estadunidenses— se ha unido a la defensa del gobierno central de Irak con supuestos ataques aéreos al Estado Islámico para Irak y el Levante en el este de Irak. El EIIL había enfrentado a Al Asad en Siria antes de enfocar sus miras en apoderarse de extensos territorios en el norte de Irak.

 

Asad es apoyado por Irán en su propia guerra civil con fuerzas de la oposición, y la decisión siria de atacar a EIIL en suelo iraquí no es de sorprender. Aunque a al-Maliki no le agraden los ataques sirios en su país, “si impide momentáneamente al EIIL avanzar hacia Bagdad, les dará la bienvenida”, opinó Robert Ford, exembajador estadounidense en Siria.

 

Pero a medida que otros vecinos de Irak —Jordania, Kuwait, Arabia Saudí y Turquía— refuerzan sus defensas, la nueva lucha amenaza desencadenar un desajuste de tipo bizantino entre las alianzas y enemistades regionales que Estados Unidos ha tratado de evitar. Washington despacha 300 soldados de sus fuerzas especiales para entrenar y asesorar al ejército iraquí y está efectuando vuelos de vigilancia. Irán también opera aviones teledirigidos sobre Irak para ayudar al gobierno de al-Maliki, y el martes, aviones sirios mataron a 17 personas en un ataque en la provincia mayormente suní de Anbar, en Irak, según funcionarios estadounidenses e iraquíes.

 

Funcionarios estadunidenses e iraníes han mantenido algunas discusiones directas sobre la cuestión, aunque el gobierno ha descartado la cooperación militar directa o coordinación con Irán.

 

Sin embargo, en medio de preocupaciones generalizadas — en particular en los estados árabes suníes e Israel— por la convergencia de intereses de Estados Unidos, Irán y Siria contra EIIL, el equipo de seguridad nacional de Obama se ha visto en figurillas para emitir un mensaje coherente a la región. Funcionarios del gobierno en Washington han dicho que la intervención de Siria no es el camino para contener a los insurgentes, que han tomado control de varias ciudades en el norte y el oeste de Irak.

 

“Hemos dejado en claro a todos en la región que no necesitamos nada que exacerbe las divisiones sectarias que ya están a su máxima tensión”, afirmó el secretario de estado John Kerry en una reunión de cancilleres de la OTAN en Bruselas.