Al observar en el mapa brasileño las tres sedes en las que jugará el Tricolor durante la primera ronda, es fácil imaginar que se trata de sitios muy parecidos: las tres pegadas al Océano Atlántico en el nordeste brasileño, las tres separadas por escasa cantidad de kilómetros, las tres con limitada tradición futbolera en primera división.

 

Y, de hecho, el común de los brasileños del sur suele simplificar la peyorativa noción de “nordestino” y dar a entender que todos son iguales. Sucede que por décadas muchos de los habitantes de dicha región se han visto obligados a desplazarse a las grandes y acaudaladas ciudades sureñas: Sao Paulo, Río de Janeiro, Belo Horizonte, Curitiba, Porto Alegre.

 

Cirlan Souza, habitante de una favela carioca y creador de la maqueta de 450 metros cuadrados hecha por desperdicios (como las casas a su alrededor), me explicaba meses atrás la gran relación que hay entre los mega-eventos deportivos y los nuevos conflictos: “Las personas del nordeste, están viniendo muchos para acá, llegan con sueños de crecimiento, de un buen empleo, sobre todo para las construcciones de los estadios, sueñan con un buen trabajo…, y tienen que vivir en las favelas. No les alcanza para otra cosa, pero aquí se encuentran con conflictos al ser los recién llegados…”.

 

Me atreví a preguntarle por la razón de su continua migración al sur, cuando está más que probado que sus condiciones de vida mejoran poco: “Lo ven en las telenovelas, creen que es la ciudad del empleo, creen que van a venir a la playa, a comerse su hotdog… Vienen aquí y todo es totalmente diferente. Tienen que sudar mucho la camisa para conseguir lo que quieren… Y se les trata mal, o los despiden después de pocos días y ya no pueden regresar”.

 

Natal, capital de Rio Grande do Norte, es la primera parada, contra Camerún. Una ciudad muy extendida y con vistas maravillosas, al ser punto de encuentro entre dunas y mar. Mucho turismo hippie y de amantes del surf, en una costera mal pavimentada.

 

Fortaleza, capital de Ceará, es donde se enfrentará al anfitrión, Brasil. Colores bellísimos en el mar y una zona turística muy consolidada, que remite a otra época, que parece haberse quedado en el pasado. Para los amantes a comer langosta, es un verdadero paraíso.

 

Recife, capital de Pernambuco, albergará el cierre de la primera ronda, ante Croacia. Posee edificios muy modernos, la mágica confluencia de hasta cinco ríos y un casco antiguo que por sí mismo vale el viaje.

 

La primera imagen que puede venir tanto de Natal, como de Fortaleza y Recife, es ese malecón, aunque son en realidad muy diferentes y esconden culturas también muy distintas, contrapuestas casi siempre a lo que el sur ha buscado imponer.

 

No hace falta ir hasta esos tres destinos de playa para conocer su cultura. Tantos inmigrantes mandaron a Río de Janeiro, que no lejos del estadio Maracaná está el gran pabellón de la feria nordestina con muestras gastronómicas, musicales y sociales de cada estado.

 

Para allá va el Tri este jueves. Ojalá que ahí encuentre las mejores condiciones para desarrollar su futbol.

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