La expresión de historicidad puede ser sólo un concepto para algunos y para otros el nacimiento del presente. En términos de devenir histórico los sucesos del pasado han propiciado las condiciones para que hoy esté escribiendo estas palabras frente a mi computadora. Sin eso que existió antes que yo, mi ser en sí no sería posible, mis personajes del pasado pudieron haber tomado decisiones que cambiarían el curso de mi presente y facilitaran que yo (quien fuera que Yo fuese) estuviera ahora mismo en Amorebieta tomando un buen vino y escribiendo.

Pensar en la estrecha relación de la línea del tiempo personal y de las que se yuxtaponen a las nuestras, es pensar en una compleja red, una jugada que la vida le brinda a los seres vivos, la cual es ineludible. Lo que ha sido antes de mí, lo que haré ahora para cambiarlo y lo que provocará en la construcción de futuro, es hablar de algo que se consume.

La novela de Isabel Allende “La casa de los espíritus” es un dibujar el pasado para entender el presente de un personaje, de la historia de una familia, perdida entre miles dentro de un contexto histórico, lleno de conflictos sociales. La escritora no dice manifiestamente en dónde se desarrolla su historia, pero deja ver por ciertos elementos la situación de un Chile de los años 50 en adelante.

Esta obra, quizás de las menos mencionadas dentro de las grandes representantes de la corriente conocida como realismo mágico, ha sido retomada en varias ocasiones para hacer adaptaciones tanto de cine como de teatro. A sus personajes les han dado vida actores como Jeremy Irons, Meryl Streep o Winona Ryder.

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En esta ocasión es el turno de una puesta en escena mexicana dirigida por Artús Chávez, la cual se presentará en el teatro López Tarso todos los viernes a las 20:30 horas, los sábados 17:30 y 20:30 y los domingos 18:00 horas de abril. Esta adaptación cuenta la historia de la escritora chilena de un modo bien logrado y sin que se perciba tedio en el espectador a causa de las casi 2s horas 30 minutos de duración.

Del teatro saldrás con esa sensación de aquellos momentos agradables con tus amigos en donde el tiempo pasa rápido, miras el reloj y te das cuenta que tendrías que estar en casa hace dos horas para terminar los pendientes.

La historia es bien conocida por muchos amantes del cine, la literatura o el teatro; la familia Trueba en tres generaciones atraviesa por ciertas circunstancias que van construyendo el futuro, tiempo que se verá perturbado por los fantasmas del pasado. La propuesta montada en teatro de Chávez es interesante, aunque al principio podría pensarse que tiene un tono de obra simplista, esto mejora durante lo largo de la historia, y, a pesar de que uno de los personajes principales, Tomas Rojas, te lleva de inmediato a vivir la ficción, hay momentos en los que te saca de ella abruptamente.

Los actores son caras conocidas en el mundo del cine, la TV y el teatro. Personajes como: Férula, representado por Avelina Correa; Transito Soto, Daniela Schmidt; o los tres personajes de Marcos García destacan por su buena construcción -sin demeritar el trabajo del resto-.

La magia ocurre sobre una pila de libros en los que Alba indaga su pasado, y donde se reúnen los espectros que forman parte se su historicidad, que han provocado las cicatrices que lleva en el presente.