Más allá de preferencias por determinado color o devoción hacia cierto club, nadie puede negar que esta temporada del futbol español resulta mucho mejor que las anteriores, más competitiva, por fin emocionante.

 

Es porque está el Atlético y ya no se trata de sólo dos contendientes. Pero también porque más allá de los tres que pelean la gloria a dos semanas de la conclusión, los otros diecisiete han renunciado al papel de meros comparsas, de especie de extras sacrificables en película de acción que poco les compete.

 

Aquello de que los partidos hay que jugarlos, uno de los tópicos más repetidos del futbol, normalmente era aburrido en el balompié ibérico. Real Madrid y Barcelona efectuaban un plan de ruta simple: sacarse entre sí los mayores puntos posibles y salir especialmente concentrados en unas tres o cuatro visitas (Valencia, Atlético, Sevilla, Athletic, Málaga, Real Sociedad, o las fuerzas en boga en tal momento). De ahí en más, remar sobre aguas serenas, triturar registros de goles y puntos, catapultar a sus respectivos cracks a marcas insospechadas de tantos anotados.

 

Por eso ha sido tan simbólica esta jornada 36: porque el Atlético, arrasador allá donde fue y recién victimario del Chelsea en pleno Stamford Bridge, se tropezó en territorio del Levante; porque el Barcelona, errante a últimas, se vio empatado al final por el Getafe; y porque el Madrid, borracho de confianza tras golear al Bayern en Múnich, pagó su resaca con un empate en compensación contra el Valencia.

 

¿Qué sucede? Primero, que a diferencia de los años anteriores, los posibles campeones sí ceden puntos ante cualquiera. Y, segundo, que la palabra cualquiera ha de perder la connotación peyorativa: Valencia, Getafe, Levante, son cuadros cualquiera en esta liga, lo que no puede refutar su dignidad, talento y posibilidad de plantear partido.

 

Acaso para la próxima temporada eso cambie, pero en España hoy no existen cheques al portador. ¿Que el Madrid ganará su compromiso pendiente (en Valladolid) y los dos que le quedan en el calendario (en casa del Celta y como local frente al Espanyol? No quiere ver la verdad quien lo garantice. ¿Que el Barcelona caminará en su visita al Elche? No se ha enterado de esta realidad quien lo dé por hecho. ¿Qué el Atlético llegará a la última fecha sólo necesitado de un punto para coronarse? Quien lo afirme olvida que el partido contra el Málaga también durará noventa minutos.

 

Por fin, algo así.

 

Las posibilidades de cada institución dependen de lo siguiente: los colchoneros levantarán su primera liga en dieciocho años si suman al menos cuatro de los seis puntos en disputa; los madridistas serán campeones si se imponen en sus tres cotejos y el Atlético pierde uno; los blaugranas, si ganan sus dos partidos (el segundo, recibiendo a los propios rojiblancos) y los merengues dejan escapar alguna unidad.

 

Como dijo el gran Mr. Chip en twitter: “Pues tiene toda la pinta que vamos a vivir un ménage a trois en la última jornada de los ricos, ricos, ricos”. Y es que en esa cama, siguen tres, para colmo más trenzados por el cierre de certamen que incluye visita del hoy máximo favorito al hoy tercero en discordia.

 

Revoltura que podría propiciar que el Madrid festeje como nunca lo ha hecho una victoria del Barça… Aunque para eso faltan cuatro choques: el de mañana en Valladolid y los tres del fin de semana, y quien dé por sentado que todos sacaran los tres puntos de su respectivo partido, seguramente no ha visto lo sucedido durante el último fin de semana.

Las opiniones expresadas por los columnistas son independientes y no reflejan necesariamente el punto de vista de 24 HORAS.