Envueltos en bolsas blancas de plástico, los restos de cuatro personas que murieron por ébola son arrojados a una fosa de unos tres metros de profundidad en medio de la selva. Personal sanitario protegido de pies a cabeza con trajes y equipo aislante cubre los restos humanos con toneladas de tierra.

 

La escena es del documental “Ébola: los combatientes de la plaga”, pero podría pasar como parte de un filme de ciencia ficción (como Alerta Ébola, película de 2001, o Epidemia, de 1995), inspirado en este virus considerado entre los más mortíferos del planeta.

 

Desde que se detectaron sus primeros brotes en 1976, el ébola ha causado más de mil 500 muertes en el África Subsahariana, y aunque existen otros padecimientos que han acabado con la vida de millones de personas en todo el orbe, como el Sida o la Tuberculosis, la particularidad de este virus es su alta tasa de mortalidad, pues hasta 95% de los infectados no sobrevive.

 

Además, la enfermedad, que se transmite por contacto directo con la sangre o los fluidos y tejidos corporales de personas o animales infectados, actúa rápido y puede matar al portador en cuestión de días.

 

El alto nivel de contagio lleva a que los médicos y enfermeros que atienden a los portadores del virus o sospechosos de contagio tengan las más estrictas medidas precautorias. En los hospitales africanos, por muy pequeños que sea, el personal de la salud avanza con pesados trajes aislantes entre camastros con cuerpos que se debaten entre la vida y la muerte.

 

“No hay protección para esta enfermedad”, dice uno de los médicos entrevistados para el documental. Es tal la naturaleza letal de este virus que incluso se ha temido su uso como arma biológica.

 

Existen teorías de que a principios de la década de 1990, investigadores soviéticos transmitieron el virus por aire bajo condiciones de laboratorio, a fin de obtener la posibilidad de usar el ébola como un arma biológica en aerosol, ello pese a que en abril de 1972 las potencias mundiales signaron el Acuerdo Internacional sobre Armas Biológicas, que prohíbe el desarrollo, fabricación y almacenamiento de armas biológicas con fines bélicos, documento que a la fecha han firmado más de 130 naciones.

 

GUINEA EN LA MIRA

 

Los ojos del mundo miran a Guinea ante un nuevo brote de ébola en el continente africano, el cual llama la atención de todas las instancias de salud internacionales debido a la falta de precedentes en esta situación, y a que por vez primera la enfermedad llega al África Oriental y se presentan casos de contagio en una ciudad capital: Conakry, donde hay más de dos millones de habitantes.

 

Desde que las autoridades de Guinea Conakry confirmaron el brote del virus, el pasado 22 de marzo, se han contabilizado en la región 78 muertes por ébola y 122 casos sospechosos.

 

La OMS alertó a los países limítrofes de Guinea para incrementar la vigilancia de la enfermedad, particularmente a lo largo de las fronteras terrestres. Tanto Sierra Leona como Liberia ya reportaron casos sospechosos y muertes en consonancia, por lo que Senegal ordenó el cierre de sus fronteras para evitar la propagación del virus.

 

Como parte de la respuesta internacional ante el brote, la Red Mundial de Alerta y Respuesta ante Brotes Epidémicos (GOARN) desplegó a personal para apoyar a Guinea en áreas como coordinación, manejo de casos clínicos, vigilancia, diagnóstico, prevención y control.

 

El entrenamiento de personal de la salud y de la comunidad para detectar, notificar y gestionar casos sospechosos y confirmados, así como el entierro seguro de los fallecidos, son las intervenciones prioritarias del mecanismo de la OMS.