La historia del término “rompe-redes” es mucho más sencilla que el resto de su biografía: todo surgió cuando en un partido España-Francia de 1922, Paulino Alcántara abrió un hueco en la red de la portería tras un impresionante remate. Sin que el delantero lo supiera, ese día en Burdeos se había acuñado un sinónimo para referirse a un gran goleador.

 

No obstante, el resto de las andanzas de este personaje de película tiene más tesituras, posee mayores controversias, resulta por demás complejo.

 

Alcántara, superado este fin de semana por Lionel Messi como máximo anotador en la historia del FC Barcelona, y como dijimos patriarca de los rompe-redes, nació en las Filipinas hijo de militar español y madre originaria de estas islas del Lejano Oriente. Su llegada a Barcelona fue precipitada cuando España perdió el dominio filipino a manos de Estados Unidos.

 

Lo siguiente para el acaso primer gran futbolista asiático, fueron muchísimos goles con el Barça, aunque todavía existía sitio para numerosos paréntesis (que la historia de Paulino, de éstos se ha llenado). A los quince años ya había debutado, aunque poco más tarde retornó a las Filipinas. Por allá estuvo jugando y goleando, incluso con la selección local. Luego de un par de años reincorpora al Barcelona y forja ya su impresionante estadística. Por entonces no existía el torneo de liga, con lo que la mayoría de sus anotaciones no son acreditadas como en partido oficial. En todo caso, iba rumbo a una cifra de 367 goles en 359 cotejos: sin importar de qué época se trate o a qué tipo de encuentros nos refiramos, una barbaridad.

 

Más allá de sus títulos conquistados (cinco Copas del Rey, diez Campeonatos de Catalunya), lo interesante viene por dos facetas: la primera, su vocación académica al haberse titulado como médico (más tarde ejercería y, por lo visto, con éxito); la segunda, la política.

 

En un equipo que fundamenta buena parte de su cosmovisión e imaginario colectivo en los padecimientos durante el franquismo, en la persecución por el fascismo, en las imposiciones centralistas para contrarrestar su catalanidad, no embona demasiado bien que el hasta hace unos días máximo goleador haya tenido no sólo simpatía por la Falange, sino también un rol activo en ella.

 

Según ha explicado en una soberbia investigación el periodista Fernando Arrechea al igual que el libro Las grandes mentiras del futbol español (de Félix Martialay y Bernardo Salazar), Paulino Alcántara entró con el contingente franquista que tomó Barcelona en la Guerra Civil. Ya antes había huido a Francia tras fracasar el Golpe de Estado. Y todavía después se ganó el cargo de teniente tras incorporar al Primer Batallón de la Brigada Mixta Legionaria italiano-fascista, los denominados “Flechas Negras” o “Frecce Nere”, orgullo de Benito Mussolini.

 

El diario La Vanguardia publicaría por entonces la siguiente frase, sacada a la luz tantas décadas más tarde por la investigación de Fernando Arrechea: “Ha llegado con las tropas nacionales el doctor Alcántara, que pudo salir pronto del abismo marxista y, cara al sol y cara al enemigo, ha llevado una campaña brillantísima en la Sanidad del caudillo, habiendo alcanzado el grado de teniente”.

 

Paulino sería seleccionador español en 1951, cargo que muchos atribuyen a su cercanía al régimen, aunque dada la envergadura de su trayectoria, ese vínculo era innecesario para dirigir al conjunto ibérico.

 

Al paso del tiempo, la biografía de Alcántara, máximo goleador blaugrana, fue maquillada. Se sabía que nació en Filipinas, se sabía que debutó a los quince años, se sabía que su remate era tan poderoso como para romper una red, se sabía que estudió medicina, se sabía sobre algunas anécdotas muy pintorescas como que dejó de acudir a los Olímpicos de Amberes 1920 para presentar sus exámenes en la Facultad… Pero no se sabía (o no se quería saber) su faceta política.

 

Y es que no todo es tan sencillo como hallar en una red rota de Burdeos el origen de un término hoy indispensable en los glosarios deportivos.

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