Acumular cuatro títulos al hilo, casi todos arrasando e imponiendo récords de hegemonía, y tener apenas 26 años de edad, no son suficientes argumentos para que el alemán Sebastian Vettel parta como favorito para coronarse en el campeonato de Fórmula 1.

Al menos en el terreno de las apuestas, el niño maravilla del deporte motor no es visto como principal candidato a la corona a unas cuantas horas del arranque de la contienda.

                Sucede que la Fórmula 1 efectuó cambios en sus reglamentos y exigencias de ingeniería. A partir de eso, una de las escuderías más afectadas ha sido Red Bull, muy debilitada en las sesiones de prácticas previas al inicio de la temporada. El mismo gurú técnico de la firma, Helmut Marko, admitía unos días atrás: “Tenemos un problema muy, muy serio. De momento no sabemos el tiempo que necesitaremos para ponernos al día o si lo haremos al completo. Vamos con dos meses de retraso. No va a ser fácil, pero estamos trabajando duro para solucionarlo”.

 

No solamente Red Bull, cuyo principal piloto es Vettel, se ha visto perjudicada por las modificaciones. Al cabo de un par de semanas de pretemporada habían emergido nada menos que 51 banderas rojas, la cifra más elevada en épocas contemporáneas. Así, todas las escuderías llegan con incertidumbre respecto al eventual comportamiento de sus monoplazas, aunque mucho más la hasta hace poco hegemónica Red Bull.

 

Por ello Vettel no parte como favorito y muchos lo ven incluso detrás de Lewis Hamilton y Fernando Alonso. Por eso y, sobre todo, porque no termina de darse fe a su talento. Sus marcas y gestas, su regularidad y desempeño, le bastan ya para un sitio histórico cercano al de los mayores dioses en la historia de la Fórmula 1. Sin embargo, no es así. Cuando Vettel gana, la opinión pública lo atribuye a Red Bull; cuando pierde, la culpa pareciera radicar sólo en él.

 

¿De qué estamos hablando? De alguien que, más allá de esos cuatro títulos al hilo que nada más habían conseguido Juan Manuel Fangio y Michael Schumacher, posee ya otros récords: más puntos en una campaña, con los 397 de 2013; más podios en un año con los 17 de 2011; más victorias en una edición, con las 13 del ejercicio pasado; más triunfos consecutivos, con la racha de nueve que quedó vigente al cerrar 2013; a todo lo anterior, añadir numerosas proezas como ser el más joven en debutar en el circuito, el más joven en sumar puntos, el más joven en ganar una carrera, y muchas más por el estilo.

 

Arrancará el rugido de la máxima categoría del deporte motor y serán todos contra Vettel: todos buscando romper el inquebrantable dominio del niño prodigio; todos buscando además demostrar que buena parte de lo que ha conquistado se debe a la tecnología y no a él.

 

Cualquier otro tetracampeón sería aplastante favorito sin importar los problemas de rediseño que experimentara su maquinaria; con Vettel es distinto porque se cree más en su monoplaza que en él.

 

Puestos a ser sinceros, es su momento. Buenas actuaciones aun bajo la problemática actual de Red Bull harían innegable algo que no se ha querido admitir: que más allá de la ventaja de la que goza en el taller, este alemán es un portento al volante.

 

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