Aquello de los títulos de liga definiéndose en la última jornada, con partidos disputados a la misma hora y goles modificando a cada minuto la necesidad, con aficionados en las gradas suplicando un milagro en el cotejo que escuchan por radio, con jugadores suplentes informando a la cancha lo que ha sucedido en otro estadio, todo eso ya no existe en las principales ligas, pero mucho menos en Alemania.

 

En cualquier torneo del mundo hay alguna fuerza que sobresale y domina por encima de las demás, mas lo que acontece con el Bayern Múnich supera a cualquier ejemplo no sólo en el certamen teutón, sino incluso del continente.

 

Pep Guardiola recibió un plantel que se había coronado desde principios de abril en el certamen precedente, hito que contra todo pronóstico y probabilidad superará de asegurar el título de la presente Bundesliga en pleno mes de marzo. Para que eso luzca posible hace falta tan poderoso engranaje como el que tiene su Bayern, y un mecanismo impecable, y un plantel tan superior al de los contendientes, y un sistema de rotación que le permite disputar varios certámenes sin mermar el desempeño, y un presupuesto de otra dimensión…, aunque también la falta de capacidad de los sinodales que ni siquiera logran escoltar a ocho o diez puntos al cuadro muniqués. En 24 jornadas, son veinte las unidades de ventaja respecto al segundo clasificado, el Borussia Dortmund.

 

La estrategia del Bayern radica en parte en el reforzarse con elementos que militan en la Bundesliga. De tal forma que sus fichajes surten doble efecto: fortalecen a sus huestes y debilitan a los rivales. Así llegó Mario Goetze y así llegará Robert Lewandowski, ambos pilares del gran Dortmund del ejercicio anterior. Lo mismo en un pasado reciente, Manuel Neurer, Jerome Boateng, Rafinha, o en épocas anteriores cracks como Michael Ballack, Claudio Pizarro, Giovane Elber, Ze Roberto… El asunto es que con a los bávaros termina incorporado siempre lo más destacado que circule por la competición teutona.

 

Está también el genio de Guardiola, al haber impreso su sello tan pronto y con tanta claridad a una entidad tan distinta en origen a su ex Barcelona. Este Bayern toca, toca, toca. Desmarque permanente. Apertura de espacios. Llegada a portería rival por todas las vías. Presión y recuperación casi inmediata. Mantiene el incombustible espíritu germano, aunque reforzado con estética catalana.

 

Philip Lahm, Bastian Schweinsteiger, Toni Kroos, parecieran haber jugado siempre bajo esquema parecido, y qué decir de elementos que de origen embonan en esta idea como Javi Martínez, Arjen Robben, Franck Ribery o Thiago Alcántara.

 

El triplete del año pasado puede repetirse hoy en la Stern des Suedens o Estrella del Sur, como llama el himno de la institución al Bayern. En la copa alemana se encuentra en semifinales tras haber goleado a su último sinodal, el Hamburgo. En la Champions League tiene un pie en cuartos de final luego de haber ganado en casa del Arsenal. En la liga va atropellando todo lo que emerge a su paso con quince triunfos al hilo, 72 goles a favor, apenas 11 en contra y una racha de imbatibilidad que ya llega a 16 meses.

 

En Italia, la Juve posee una impresionante ventaja de catorce puntos; en España, el Madrid saca tres a Atlético y cuatro a Barcelona; en Inglaterra, el Chelsea supera por nueve al Manchester City que lo alcanzaría de ganar sus tres encuentros pendientes; en Francia el Paris Saint Germain va ocho por delante del Mónaco… Y en Alemania, ya sabemos quién será campeón no en pleno marzo, sino acaso desde el pasado noviembre.

 

Que los demás compitan por puestos en torneos europeos y por no descender, porque la cima en la Bundesliga, tiene dueño y no admite advenedizos. Un Bayern que vive sin oposición y golea por rutina.

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