Que José Mourinho lleva largo tiempo quejándose de la necesidad de contar con más delanteros es cosa sabida. En todo caso, la novedad un par de semanas atrás fueron sus argumentos, sólo que esgrimidos en una conversación privada que luego dio la vuelta al mundo: “El problema del Chelsea es que carezco de delanteros. Tengo a Eto’o, pero tiene 32 o 35 años, ¿quién sabe?”.

 

En tal diálogo, Mou se refirió a un tema que siempre será una incógnita: la edad de muchos futbolistas provenientes del África subsahariana.

 

Por ejemplo, el defensor nigeriano Taribo West fue acusado un año atrás de haberse bajado ni más ni menos que doce años de edad. Esto no pudo nunca comprobarse, pero el fracaso nigeriano en su afán de calificar al Mundial 2006, hizo que la federación comprendiera que acaso lo que beneficia en torneos de categoría menor, perjudica después en la mayor: aumentar años en las actas de nacimiento. Sea cierto o no, Nigeria se había hecho lenta, menos combativa, carente de aquella explosividad que la acompañó cuando saltó a la esfera mundialista en Estados Unidos 94.

 

Más allá de esto y de que Mourinho ha insistido que además de haber sido un comentario en broma, fue en un ámbito privado, Eto´o posee un historial ejemplar desde que los visores del Real Madrid se lo llevaran a Europa siendo un adolescente, en donde ha ido desperdigando sus goles para casi todos menos para el conjunto merengue.

 

Cuatro veces ganador de la Champions, hasta que aceptó en 2011 un retiro dorado en la remota república rusa de Dagestan. Con el club Anzhi Makhachkala entrenando en Moscú y desplazándose cuatro horas en avión para jugar en esta volatil región junto al Mar Caspio, Samu se convirtió en el jugador mejor pagado del planeta con veinte millones de euros al año.

 

Apenas había pasado de los treinta años, pero un contrato blindado por el magnate Sultan Kerimov daba a entender que sus andanzas europeas llegaban hasta ese punto.

 

Fue cuestión de que Kerimov se fastidiara de poner su mega fortuna personal al servicio de un equipo que entrena en Moscú y juega en el Cáucaso Norte, para que comenzaran a salir las estrellas en éxodo masivo. Donde alguna vez estuvo dirigiendo el holandés Guus Hiddink y jugando figuras como Roberto Carlos, Yuri Zhirkov, Wilian y el propio Eto´o, quedó un plantel ya de bajo perfil y resignado a no pelear títulos a los gigantes del país.

 

Eto´o, al tiempo, fue la sorpresa de la pretemporada pasada al volver a los brazos de Mourinho, quien lo dirigiera con muchos títulos en el Inter (en alguna ocasión, incluso jugando como casi-lateral).

 

El camerunés llegaba para competir un sitio en la delantera con Fernando Torres y el senegalés Demba Ba. Sobre todo el primero de ellos, no era querido por Mou, como no ha sido querido por muchos entrenadores y a la postre ha terminado jugando e incluso siendo definitivo en los partidos importantes.

 

Poco a poco Eto´o ha entrado en juego y este fin de semana, al anotar por primera vez desde las palabras robadas por una cámara indiscreta a Mourinho, festejó caminando como anciano, sosteniéndose la espalda, buscando el banderín de corner para

apoyarse.

Samuel, cuyo primer Mundial fue Francia 98, posee todavía condiciones, y es la principal arma del Camerún al que enfrentará el Tri en Brasil.

 

¿Viejito? Mourinho, hábil como pocos para mostrarse dueño de la situación, declaró: “No es que yo haya sugerido el festejo, pero ya sabía sobre él. Pensamos que sería bueno porque la mejor manera de manejar la situación es riéndonos de ella”.

 

Joven o veterano, si algo funciona con Eto´o es hacerlo enojar, porque tiene un afán competitivo y una fuerza combativa pocas veces vistas en este deporte, mensaje incluido a su director técnico.

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