Leo con sorpresa que el Club Guadalajara ha sido catalogado equipo de futbol más poderoso del continente, desde el punto de vista de ingresos y valor de marca.

                De acuerdo al estudio efectuado por Euromericas Sport Marketing, el Rebaño supera con soltura a cuadros como los brasileños Sao Paulo, Corinthians, Flamengo o Santos, lo mismo que a argentinos como Boca Juniors o River Plate. Y, francamente, por vueltas que le demos cuesta hallar fundamento.

 

Es verdad que el posicionamiento del Chiverío como institución mexicana y su penetración en el mercado hispano en los Estados Unidos, resultan factores ante los que pocos (o nadie) pueden competir. Sin embargo, también lo es que el Guadalajara no posee perspectivas de ingresos o de proyección de crecimiento ni remotamente comparables con las de los colosos sudamericanos.

 

¿Por traspasos de jugadores? Javier Hernández fue el último importante en ser vendido a Europa, y si esto no acontece al menos con un par de elementos al año, entonces la desventaja respecto a un gigante argentino o brasileño resulta inevitable.

 

¿Por asistencia al estadio? La cantidad de aficionados rojiblancos que acude al nuevo inmueble chiva ha crecido, aunque sigue siendo muy escasa ya no para medirse ante Sudamérica, sino incluso frente a entidades mexicanas mucho más consistentes en su aforo (por ejemplo, las regiomontanas,  Pumas, América, León, Santos).

 

¿Por derechos de televisión? Posiblemente, aunque la actividad de Boca o Corinthians suele verse en todo el planeta, y la del Rebaño difícilmente trasciende la esfera norte y centroamericana, a lo que debe añadirse que los niveles de rating de los cotejos de Chivas han disminuido considerablemente en México en los últimos años.

 

¿Por merchandizing? Acaso sí, siempre apegados a la idea de que el mercado estadounidense implique tamaña diferencia como para opacar lo que Corinthians o Flamengo son capaces de vender cada uno con treinta millones de fanáticos en Brasil, o lo que Boca genera en mercados donde es muy seguido como el japonés o el chino.

 

Más allá de las consideraciones explicadas, la realidad es que al Guadalajara le falta el ingrediente indispensable para toda marca deportiva: títulos, hegemonía, éxito en la cancha sostenido por largos períodos. Por espléndido que sea el trabajo de los mercadólogos (que, dicho sea de paso, en Chivas lo es), si no existe una ratificación desde el terreno de juego y a base de goles, todo posicionamiento perseguido queda a medias.

 

Para colmo, la tradición rojiblanca que obliga a alinear a puros mexicanos, provoca un traspié económico a las arcas del club: que todo refuerzo deseado por este plantel sube en automático entre 20 y 60 por ciento; que las posibilidades de mejorar su equipo son más bien limitadas, sea por lo poco que ofrece el mercado, sea porque el talento no abunda y quienes lo tienen efectúan lo imposible por no desprenderse de él.

 

Con todo lo anterior, hace falta ser sinceros y sensatos: el Guadalajara, por mucho que lo queramos creer, no puede encabezar tal lista.

 

Palabra de Chiva.

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