Parece suceder tanto y tan de prisa en este mundo, que la memoria es casi nula. De tal forma, que hasta los sucesos aun no aclarados o consumados caen con antelación en el olvido.

                Si el estado de salud del rey del deporte motor, Michael Schumacher, ha dejado los primeros planos a escaso mes y medio de su percance en los Alpes, no debe extrañarnos que algo más tajante suceda con la situación de Óscar Pistorius un año después del incidente que derivó en la muerte de su novia Reeva Steenkamp en Pretoria.

 

Resulta curioso que haya sido el propio Pistorius (o su equipo legal) el encargado de recordarnos el primer aniversario luctuoso, al publicar en su página de internet un mensaje de recuerdo y lamento, con el que rompió con un exacto año de silencio en twitter: “Ninguna palabra puede capturar adecuadamente mis sentimientos respecto al devastador accidente que ha causado semejante dolor a todos quienes amaron y continúan amando a Reeva. El dolor y la tristeza, especialmente por los padres, familia y amigos de Reeva, me consumen en pena. Cargaré con la pérdida de Reeva y el trauma completo de ese día por el resto de mi vida”.

 

¿Qué ha sucedido desde la caída en desgracia de una de las imágenes más impecables e inspiradoras del deporte? Que apareció llorando en la corte, que recibió libertad bajo fianza, que se admitieron errores de procedimiento policial en la escena del crimen, que se pospuso el juicio, que dejó la mansión donde entonces vivía, que se mudó a la alejada casa de su tío, que llegó a un acuerdo con la ex novia con la que tenía un proceso legal pendiente por agresión, que su padre justificó el que Óscar tuviera armas por la mala gestión del gobierno que no logra disminuir los índices de criminalidad, que se filtraron más fotos de la pareja siempre sonriente y enamorada, y, a partir de entonces, misterio: por momentos se dijo que volvió a los entrenamientos, por otros que se volcó a la religión, algunos más, rumores sobre si estuvo en algún lugar u otro (¿fotos con fans en un centro comercial?), mas nada confirmado.

 

El 3 de marzo finalmente comenzará el juicio y serán determinantes los reportes de trayectoria balística para determinar si el héroe paralímpico disparó pensando que se trataba de un delincuente o si lo hizo a sabiendas de que en el baño estaba su novia.

 

Sin embargo, más allá del veredicto final a determinarse, basta con emprender una simple exploración en google para asumir que esta tragedia ha hecho desaparecer toda trayectoria de Pistorius anterior a ese San Valentín. Al buscar imágenes en internet, predominan por mucho las de Óscar con Reeva, Óscar en la corte, Óscar con el rostro cubierto y escoltado por la policía, incluso maquetas del baño donde sucedió el asesinato. Al buscar noticias, abundan especulaciones, protestas de grupos de defensa de la mujer, teorías sobre los posibles móviles del multimedallista, politización del juicio, entrevistas con allegados (o no tanto) a la pareja.

 

En el fondo, todo hace indicar que su equipo de abogados intentará enfatizar un factor contrario al mensaje clamado por Pistorius en las pistas: querrán proyectar su vulnerabilidad por no tener piernas, lo que habría derivado en su ataque de pánico y desmedida respuesta. Vulnerabilidad por no tener piernas en un hombre que vivió empeñado en demostrar en la pista que esa circunstancia física lo hacía todo, menos vulnerable o condicionado.

 

Un San Valentín después, el paralímpico sin límites acaso perseguirá su libertad en la referencia a los límites que su fortaleza y disciplina siempre refutaron.

 

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