Pocos momentos de la temporada futbolística generan tanta ansiedad como el parón invernal de la Liga de Campeones de Europa.

Tras una primera fase extenuante para algunos y cómoda para otros, vino una tregua de más de dos meses, especie de paz armada en la que ya se conocían y preparaban los emparejamientos de octavos de final, aunque bajo la incertidumbre de cómo se llegará al crucial reinicio del certamen.

 

Finalmente, la veda ha terminado y el próximo martes se retoma la competencia más relevante a nivel de clubes nada menos que con el Manchester City recibiendo al Barcelona.

 

Que esto del futbol es asunto de rachas y momentos, nadie puede dudarlo. Apenas al inicio de este 2014 los citizens se encaminaban poderosos a ese partido, líderes de la Liga Premier inglesa, finalista de la Copa de la Liga, con un futbol explosivo y efectivo, con elementos lesionados que parecían volver puntuales para la cita contra el Barça. Al tiempo, los blaugranas daban sensaciones opuestas: titubeantes, dejando ir puntos en cada frente, pocos claros con el estado de forma de Lionel Messi.

 

Sin embargo, en pocos días parece tambalearse el barco del City, lo mismo que se serenan las aguas sobre las que navega el bloque catalán. Salvo por una milagrosa recuperación, en la ida no estarán pilares como Kun Agüero, Fernandinho y Samir Nasri; pésima noticia para el entrenador Manuel Pellegrini, aunque mucho peor si se considera que el domingo pasado Messi clamó a todo pulmón que ha retornado por lo que es suyo.

 

Sigue siendo una versión del Barça menos convincente (me atrevo a decir, la menos convincente en más de un lustro), pero con pegada suficiente para perjudicar a cualquiera. El City, al tiempo, se ha descolgado ligeramente de la cima en la Liga Premier, con posibilidades intactas, pero de momento detrás de Chelsea y Arsenal.

 

Un día después, el Atlético de Madrid enfrentará a un AC Milán que de momento vive más cerca del descenso que del título en la Serie A italiana. Parecido al caso anterior, la realidad de los colchoneros parece haber cambiado ligeramente ahora que han sido alcanzados en el liderato en España y eliminados de la Copa del Rey. Lo que no ha cambiado es la fragilidad e inconsistencia rossoneri, incluso después del relevo en su timón con la llegada de Clarence Seedorf. Con base en lo mostrado a lo largo del torneo, los atléticos tendrán que imponerse.

 

Otra de las grandes emociones programadas para la semana entrante es el duelo entre el campeón Bayern Múnich y el Arsenal. Los bávaros juegan su propia liga en Alemania, donde acumulan el mayor porcentaje de puntos y la mejor diferencia de goles de los principales torneos europeos. Una aplanadora ya con la impronta de toque y buen hacer de su director técnico Pep Guardiola, que espera volverse a coronar en la Champions.

 

La actividad se complementará con lo que podría suponer el regreso de Andrés Guardado a la Champions League, cuando Bayer Leverkusen se mida al París Saint Germain.

 

El resto de los octavos de final será una semana después, en esta nueva agenda que permite disfrutar mejor de los partidos al tenerlos dosificados y esparcidos… Y es que después de tan desesperante parón, lo último que quiere el verdadero aficionado es perderse de algo.

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