Y de pronto resulta que la cifra pagada por el Barcelona a cambio del brasileño Neymar habría sido mucho mayor. ¿Qué tanto? ¿Bajo qué concepto? ¿En eventual agravio de quién?

                Según el diario El Mundo, la diferencia es sustancial: 95 millones de euros y no los 57 declarados por el club blaugrana. A tal monto se llega con base en pagos a la familia del jugador, dadivoso salario a su padre por concepto de detectar talentos, incluso un par de millones a destinarse altruistamente a las favelas paulistas.

 

Lo primero que debe saltar a la vista es que en el fichaje de Neymar (como en el de varios futbolistas más) se ha contravenido (o estirado) una reglamentación de la FIFA: que el atacante pertenecía a un fondo de inversión y no a un equipo (más bien su club, el Santos, era un accionista más).

 

Bajo esa misma condición se han dado otros de los traspasos más relevantes de los últimos años, como Radamel Falcao al Mónaco, Yaya Touré al Manchester City o Carlos Tévez al West Ham, e incluso la precipitada salida de Teófilo Gutiérrez de Cruz Azul a River Plate.

 

Consciente del auge de este tipo de propiedad de un futbolista, la Liga Premier inglesa lo prohibió en el 2008. Lo mismo han intentado FIFA y UEFA, pero todavía sin suficiente éxito al existir lagunas legales.

 

Algo de lo que suele acompañar a los fondos de inversión en el futbol es el secretismo, tal como acontece ahora con Neymar. El problema se hace más agudo si en la operación interviene como comprador o vendedor un equipo que cotiza en mercado bursátil (por ejemplo, Juventus, Roma, Manchester United), o uno que pertenece a una masa social (en este renglón entra el Barcelona).

 

De tal forma que si por el brasileño fueron pagados 95 y no 57 millones, corresponde hacerlo saber a los miles de dueños del Barça (atención que tampoco se ha revelado con precisión la cifra final del traspaso de Gareth Bale a otra entidad que es propiedad de sus socios, como el Real Madrid, y que venía de un cuadro que cotiza en Bolsa, el Tottenham).

 

La directiva barcelonista de inmediato ha negado dichos números, mas empieza a tomar fuerza la versión publicada por El Mundo, al tiempo que el Santos exige mayor tajada.

 

Así, Neymar estaría en la primera posición histórica de traspasos más caros, junto a Cristiano Ronaldo y el propio Bale, con la notable diferencia de que los millones pagados por los dos primeros fueron básicamente –salvo por comisiones– al vendedor y no a una serie de inversionistas privados.

 

Al menos tres empresas eran propietarias de Neymar junto con su padre y el club Santos. No se puede satanizar a empresas que invierten en un deportista y esperan dividendos a determinado plazo; lo que sí se puede (y, sobre todo, se debe) es evitar que sus intereses invadan la parte meramente futbolística y, sobre todo, conviertan una transferencia en una especie de trata de blancas.

 

En el fondo, resultará que lo de Neymar habrá sido acaso el bono económico más elevado jamás pagado por firmar. Así, al cabo de cuentas, podrá ser que a largo plazo el ex santista esté tan bien remunerado por jugar como su compañero Lionel Messi y mucho mejor que algún estelar como Andrés Iniesta (algo que, de publicarse, generaría inmediatas exigencias de aumentos de sueldo en varios elementos del plantel catalán).

 

Un misterio que seguirá salpicado de rumores y sospechas. Parte de la cara oculta del planeta futbol.

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