Tomemos como referencia los grandes premios cinematográficos de cada año: para los Óscares opinan los miembros de la Academia; para los Globos de Oro lo hacen periodistas especializados en la fuente; los People´s Choice, como dice su nombre, se eligen con base en voto popular; Cannes, en tanto, conforma un jurado plagado de expertos… El asunto es que cada quien sabe cuánta y cuál valía conceder a cada galardón.

 

A partir de lo anterior, viene la consideración sobre el Balón de Oro-FIFA que desde hace cuatro años se concede en el futbol. La revista France Football entregaba desde 1956 el premio al mejor de Europa (restricción continental levantada en 1995), al tiempo que la FIFA empezó a entregar su trofeo en 1991.

 

En todo caso, en el 2010 se fusionaron y quedó esto: la suma de puntajes entre el original del rotativo francés (ahí se consideraba un reportero por país) y la versión de FIFA (aquí, capitanes y seleccionadores nacionales). En resumen, que el Balón de Oro ganado por Cristiano Ronaldo es una especie de mezcla entre Globos de Oro y Óscares, el cual no está exento de polémica.

 

Horas después de la entrega, volvieron a saltar quienes vieron su voto amañado, tal como un año atrás. Debo decir que más que por favorecer o perjudicar a determinado elemento, entiendo que esto haya sucedido por mala organización (misma que llevó a que se registrara al técnico brasileño, Luiz Felipe Scolari, con el nombre de su capitán, Thiago Silva).

 

El entrenador de Fiji protesta que cambiaron su voto en segundo lugar por Messi por Robert Lewandowsi; el de Kuwait explica que le cambiaron a Zlatan Ibrahimovic por Neymar; el de República Dominicana, que le modificaron todo; el de Bolivia, que le invirtieron el orden.

 

Al tiempo, el titular de la Unión Europea de Futbol (UEFA), Michel Platini, respaldó a su compatriota Franck Ribery, quien obtuvo en el año más títulos que sus contendientes. Según el ahora directivo, antes de la fusión con FIFA, el premio sí se dirigía al que había conquistado más glorias.

 

La realidad, errores al margen, es que nadie va a quedar contento.

 

Habrá quien piense que por la unión de dos trofeos, este Balón de Oro vale más. Habrá quien más bien diga que ahí se devaluó o desvirtuó.

 

A dos días de la gala, sigo firme en lo que opiné antes en este espacio: que no había más ganador que el portugués y que no haberlo elegido hubiera constituido un grave error. Aquí brincarán los seguidores de Lionel Messi y yo les responderé: Maradona fue el mejor de los ochenta, pero de ninguna manera habría obtenido los diez Balones de Oro de esa década; ni siquiera cinco: alguno habría sido de Platini, otro de Zico, uno más de Gullit, Van Basten, Matthaeus. Pelé mismo tampoco habría retenido todos los Balones dorados de su época; sí varios, entre Di Stéfano, Eusebio, Charlton, Beckenbauer, Garrincha. Y a Messi, éste no le correspondía.

 

El caos seguirá conforme más seleccionadores expresen su sorpresa al notar en el listado final que les cambiaron su votación o hasta su nombre (como a Scolari, que le quitaron el Luiz Felipe). Acaso algo que sucedería si dos de los principales premios cinematográficos se fusionaran, generando lagunas en su renovada versión y desatando una amplia gama de suspicacias.

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