El EZLN en realidad nació en 1969 bajo otro nombre, Fuerzas de Liberación Nacional (FLN), con células operativas en Nuevo León, Puebla, Tabasco, Chiapas y estado de México. Las autoridades fueron identificando, al paso de los años y a algunos de sus principales operadores, Alfredo Zárate, Napoleón Glockner, César y Fernando Yáñez, comandantes Santiago, Jaime, Pedro y Germán, respectivamente. Los tres primeros murieron o permanecen desaparecidos, el último fue detenido en 1995 y luego liberado.

 

Las FNL trataron de mantener bajo perfil para lograr consolidar un movimiento armado, pero distintos enfrentamientos con la policía y el Ejército, ocurridos en Nuevo León, estado de México, Tabasco y finalmente Chiapas, los obligaron a cambiar de estrategia y de nombre.

 

El primer rastro que las autoridades encontraron del EZLN fue en 1974, cuando ubicaron y desarticularon un campo de entrenamiento en la Selva Lacandona, en las cercanías del rancho El Diamante, justo en unas tierras que denominaban El Chilar, porque los jóvenes utilizaban como disfraz la supuesta siembra de chile, pero en realidad se trataba del Núcleo Guerrillero Emiliano Zapata, que dirigía el comandante Pedro. Prácticamente todos fueron asesinados por la policía o el Ejército.

 

Para 1980, en Ciudad Pemex, Tabasco, otro enfrentamiento con las autoridades puso al descubierto otro campo de entrenamiento y en él, las autoridades también encontraron, por primera vez, los Estatutos del EZLN que estaba en formación. Los papeles fueron clasificados y analizados por las áreas de inteligencia, en ellos se mencionaba la construcción de dos fuerzas, una armada y otra política, que a través del trabajo comunitario permitirían la penetración en las comunidades y su convencimiento para la movilización subversiva.

 

Los sobrevivientes de esta última confrontación en Tabasco, huyeron a Chiapas, en donde se había renovado una de las células y que trabajaba ya en la conformación del EZLN.

 

Fue precisamente en esta época en que Rafael Guillén Vicente, el subcomandante Marcos, entonces profesor en la Universidad Autónoma Metropolitana, se embarcó en la clandestinidad, incluso viajó a Nicaragua con el comandante German, la subcomandante Elisa Gloria Benavides, detenida y después liberada en 1995) y Daniel (Salvador Morales Garibay, quien traicionaría el movimiento).

 

Descubrimiento e infiltración

 

Los órganos de inteligencia no tiraron a la basura los documentos encontrados en los diferentes operativos de Tabasco y Chiapas, por el contrario, les sirvieron de guía para encontrar la forma de infiltrar a los zapatistas años más tarde.

 

En 1988, sin buscarlo, un cuerpo del Ejército se topó con un pequeño campo de entrenamiento, en las cercanías del Ejido de San Francisco, Chiapas, y en él encontraron algunos pertrechos. Se hizo el reporte respectivo, pero no se ordenó alguna operación especial.

 

Tres años más tarde, en 1991, nuevamente personal del Ejército de la 31 Zona Militar, encontró un campo de entrenamiento. Esta vez había uniformes, radios y fusiles de madera, los cuales utilizaban los indígenas para acostumbrarse a traer un rifle y, cuando hubiera uno real disponible y estuviera preparado, se le entregaba.

 

En esa ocasión tampoco se ordenó una vigilancia u operativo específico, pero el Cisen entonces puso en marcha la operación que permitiría la penetración del EZLN.

 

A partir de entonces y durante los siguientes dos años, la información comenzó a fluir lenta y escasa, pero clara, existía un grupo guerrillero en distintas comunidades de Chiapas y estaban entrenando.

 

En ese tiempo, en el estado existía gran inestabilidad política, que al final provocaría que entre 1988 y 1994 hubieran cinco gobernadores. Esta situación favoreció las movilizaciones campesinas e indígenas en la zona, que exigían tierras y respeto a sus derechos.

 

Pero en paralelo, en diferentes zonas del estado se fueron dando una serie de robo de ganado y armas en fincas, además de toma de tierras por parte de campesinos indígenas, que no eran otra cosa que la forma en que el EZLN conseguía alimentos, armas y territorio.

 

Al mismo tiempo, los primeros reportes de inteligencia mostraban que los diáconos que encabezaba el entonces obispo Samuel Ruiz, tenían una función eclesial y guerrillera, porque concientizaban a la población de sus derechos, la organizaban y facilitaban el camino a los jóvenes universitarios que dirigían la parte subversiva.

 

Fichas informativas fueron entregadas a la Presidencia de la República, sobre la presencia de la guerrilla y sus primeras operaciones. Ninguna orden quedó registrada para actuar en su contra.

 

Informes ignorados

 

En marzo de 1993, en San Isidro, Chiapas, fueron asesinados el subteniente de infantería José Vera de Jesús y el soldado Librado Santís Gómez, estaban de descanso.

 

Los reportes de inteligencia aseguraron entonces que, sin quererlo, los militares se toparon con una célula zapatista que vigilaba un campo de entrenamiento, por eso los mataron. Para tratar de no dejar rastro de ellos, los guerrilleros quemaron los cuerpos y los enterraron.

 

Ya en abril, 10 días después de su desaparición, tropas del 83 Batallón de Infantería encontró los restos de sus compañeros y se inició una búsqueda de los asesinos. El 22 de mayo, en  Corralchén, Chiapas, uno de los epicentros zapatistas, se toparon con un grupo de casi 50 civiles armados, con quienes se enfrentaron. Cuando terminó la confrontación los militares encontraron uno de los más importantes campos de entrenamiento, que de acuerdo a los informes tenía un tanque simulado, algunas armas, radios, uniformes y rastros de granadas.

 

Para entonces el Cisen y el Ejército entregaron al presidente el primer informe detallado del grupo guerrillero. Ya entonces habían logrado las autoridades interceptar sus comunicaciones por radio, identificaban algunas comunidades donde operaban y estrategias.

 

Y dos meses más tarde el Cisen logró interceptar varios mensajes en los que se advertía que el mes siguiente, en agosto, “iniciarían las hostilidades” por parte del grupo guerrillero. La respuesta del presidente Salinas fue inyectar más recursos económicos en Chiapas.

 

Así fue como en agosto se anunciaron 40 millones de nuevos pesos para “vencer la pobreza en la región”. Pero como era común en el estado, la mitad  de ese dinero desapareció, sin que se aplicara en algún proyecto, al menos un informe de inteligencia así lo sostuvo atribuyéndoselo a la corrupción política que imperaba.

 

En 1993, de acuerdo con el investigador Jorge Luis Sierra, Sedesol destinó 130 millones de nuevos pesos para un programa especial para el desarrollo productivo de 12 municipios de Chiapas, poniendo como prioridad Ocosingo, Altamirano y Las Margaritas, lugares en donde precisamente los informes del Cisen colocaban la fuerza del EZLN.

 

Salinas sólo ordenó la inyección de recursos y que se matizaran los informes de inteligencia, que en lugar de llamarles guerrilla, se les denominara infractores de la ley, por ejemplo, pero no hubo más.

 

Sobre el crimen de los militares fueron detenidos 10 indígenas, que el Ejército torturó y presentó ante la Procuraduría General de la República. El obispo Samuel Ruiz, a través del Centro Fray Bartolomé de las Casas, acusó a los militares de fabricar culpables.

 

La confrontación entre una parte de la iglesia y el Ejército, a través del general de División Miguel Ángel Godínez, jefe de la Séptima Región Militar, fue tan grande que Salinas ordenó detenerla.

 

Por eso debió aparecer el entonces secretario de Gobernación Patrocinio González Garrido para desmentir que hubiera guerrilla y garantizar que se actuaría conforme a derecho y, el propio Ejército, en junio, debió desmentir que se había topado con una columna guerrillera, como ya se decía en los medios de comunicación, y sostener que se había tratado de maniobras y prácticas de adiestramiento en Ocosingo, además de apoyo a comunidades.