Crimen, corrupción, complicidad de las autoridades, implicación de individuos de los más variados rubros, sofisticadas operaciones en las que todos (o casi) salen manchados, redes internacionales… Eso puede leerse en el celebradísimo libro Gomorra, donde Roberto Saviano retrata a las mafias de Campania y Nápoles.

 

Pues hagan de cuenta tal escenario, pero en el futbol de ese mismo país que cada año tiene un severo escándalo por adulteración de partidos.

 

La noticia ahora ha sido que la casa de Genaro Gatusso, líder de la selección campeona del mundo en el 2006, fue cateada por las autoridades italianas; el otrora rudísimo mediocampista ha sido acusado de contribuir a amañar resultados durante la campaña 2010-2011. Lo mismo ha sucedido con otro futbolista relevante de la pasada década como Christian Brocchi, ex defensa del Milán.

 

Hay que recordar que apenas en 2011 un escándalo derivó en la suspensión de toda actividad futbolística por cinco años, del ex delantero Giuseppe Signori, así como en el arresto del mundialista italiano Cristiano Doni.

 

Lo mismo un año después, Domenico Criscito, quien había sido convocado para disputar la Eurocopa con Italia, fue hecho a un lado por el seleccionador, tras relacionársele con otra red de amaños. Criscito finalmente resultó absuelto de las acusaciones, no así el DT de la Juventus Antonio Conte, quien pagó una suspensión de varios meses, o el capitán de la Lazio Stefano Mauri, arrestado.

 

Claro que el caso más sonado aconteció en 2006, el denominado Calciopoli, con la Juventus descendida y despojada de dos títulos de liga, el Milán despojado de treinta puntos, la Fiorentina privada de disputar la Liga de Campeones, la Lazio fuera de la Copa UEFA y el presidente de la Reggina expulsado del cargo. Además, personajes de lo más variado fueron castigados en diversos grados: desde el controvertido director general de la Juve, Luciano Moggi, hasta el árbitro mundialista Tullio Lanese.

 

Como puede verse, es una situación con la que el futbol italiano (¿o el mundial?) ha bregado de forma casi permanente. Este año ya había estallado otro caso en la segunda división de este país que involucraba a los clubes Bari, Treviso y Salernitana.

 

Esto nos lleva inevitablemente a cuestionarnos: ¿es que sólo sucede en Italia o es, más bien, que sólo en Italia se está haciendo algo por realmente prevenirlo?

 

La Gomorra del balón no puede estar ubicada nada más en un país. Con redes tan complejas que pueden tener en alguno de sus cabos a operadores de apuestas en el sureste asiático, sería iluso achacar todos los males al Calcio y limpiar al resto.

 

No tengo duda de que en este momento los amaños son un mal mucho más peligroso y difícil de frenar que el dopaje. Ya he dicho antes en este espacio que el tema  es viejo, casi tanto (o tanto) como el deporte. El problema son los mecanismos que la tecnología ahora permite.

 

La espléndida investigación del periodista Declan Hill, plasmada en el libro Juego Sucio. Futbol y Crimen Organizado, reveló con claridad esa Gomorra futbolera: su operación, sus alcances incluso a Copas del Mundo, sus mecanismos, sus resultados.

 

Tanto en Alemania como en Brasil ya han sido encarcelados árbitros. En Italia, no obstante, han ido mucho más allá y llevan una ventaja al resto del mundo: que están buscando a los culpables, que admiten la porquería escondida en este tema, que han dejado la absurda esfera de “aquí todos somos legales y no pasa nada”.

 

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