Su cuadrilátero cambió: atrás ha dejado una impresionante trayectoria de 45 victorias y sólo dos derrotas, incluso el título mundial de los pesados vacante, para pasar del pugilístico al político.

                En medio de la actual inestabilidad ucraniana, mientras se da un fuerte jaloneo por este país entre la Unión Europea y Rusia, Vitali Klitschko se ha erigido cabeza de los inconformes con un singular peso político. El haber vivido y entrenado muchos años en Alemania (de hecho, los periódicos germanos solían festejar sus victorias en el ring como propias), dejaban clara su postura de antemano. Más aun, se conoce su cercanía respecto a la canciller Angela Merkel y voluntad de atraer a Ucrania al campo europeo.

 

Estudiado, doctorado, idealista, filantrópico, con algo de alemán y algo de ucraniano, apasionado del ajedrez, Klitschko echa por tierra el viejo tópico que limitaba al boxeador a repartir trancazos. Junto con su hermano menor Wladimir, otro soberbio boxeador pesado, brincó de rubro dando sitio a un partido político cuyo acrónimo UDAR se traduce como puñetazo. Y los puñetazos siguen inspirando temor en el ahora candidato a la presidencia de Ucrania. Durante las masivas manifestaciones contra el discutido mandatario Víctor Yanukovich, Klitschko ha impuesto su poderosa figura para amenazar a aquel que caiga en provocaciones o incurra en protestas violentas.

 

En el 2006 tuve un encuentro con los hermanos Klitschko en Múnich. Hablaban entre sí en ucraniano, pero se comunicaban con el entorno en un impecable idioma alemán. Simpáticos, expertos en el manejo de medios, se referían en la entrevista conjunta a la promesa efectuada a su madre de nunca enfrentarse en el cuadrilátero, para lo que muchos millones ya les habían sido ofrecidos en vano.

 

Desde entonces guardaban cierta relación con los acontecimientos políticos de Ucrania. Durante la denominada Revolución Naranja, cuyas demandas eran similares a las actuales (transparencia en comicios, cercanía a Europa, autonomía respecto a Rusia), su postura ya había quedado clara con una bandera naranja en sus pantaloncillos, pero todavía sin estos niveles de implicación.

 

Deportistas que hayan pasado a la política hay muchos: el también boxeador Manny Pacquiao en el Congreso filipino, el ex mariscal de campo de los Bills de Buffalo Jack Kemp como congresista y miembro del gabinete de George Bush padre, el ex futbolista italiano Gianni Rivera con importantes cargos bajo la presidencia de Romano Prodi, el Balón de Oro George Weah como aspirante a la presidencia de Liberia, el ex goleador Romario ahora como diputado que más critica los gastos por el Mundial 2014, la leyenda del ajedrez Garry Kasparov desafiando a Vladimir Putin en unas elecciones a las que finalmente no se presentó.

 

La diferencia respecto a la mayoría de los casos estriba en que Klitschko no se ha limitado al trabajo de oficina y discursos, sino que se ha convertido en cabeza visible de uno de los momentos más trascendentes en la historia ucraniana (tal como Kasparrov intentó hacer en Rusia).

 

Se insiste que Angela Merkel no pudo encontrar mejor aliado en Ucrania. Se dice también que Rusia no pudo hallar escollo más particular en sus intereses regionales.

 

Ahí va el gigante, ahora sin guantes. Ahí va, en éste, su nuevo cuadrilátero.

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