León panza verde, panza llena y regordeta. León campeón seis veces. Grande, tan grande como a mediados del siglo pasado, tal como Gustavo Matosas, técnico leonés lo recuerda. Aplastante: 5-1 sobre un América que sufrió de amnesia a la hora de pararse frente al arco, y León, vaya, tenía tantos goles que hasta le alcanzó para cooperar con marcador del contrario.

 

El técnico esmeralda es un historiador. Confesó qué dijo a sus hombres en el vestidor cuando el Azteca rugía: “¡Vamos, vamos América!” Un recuerdo uruguayo: el Maracanazo de 1950, “les dije, recuerden a Obdulio Varela”, ese gran número cinco de la Selección de Uruguay, y cómo se refirió a los más de 100 mil espectadores que les esperaban, “los de la tribuna son de palo, no juegan”.

 

La fiera comprendió y rugió. Es la bestia de Matosas. De dorada melena y fauces definitivas. Tanto como las de Mauro Boselli, autor del 0-1. León reclamaba trono, porque el águila tuvo las garras frías, tanto como las fallas de Mendoza y el beso al poste de su balón, o peor aún, de un Narciso Mina apanicado y abucheado. Un águila con menos plumas que hace seis meses y sobre todo, herida. Y cosas del futbol, sin gol, pero el León es dadivoso y le otorga uno en propia puerta por medio de Juan Ignacio González sobre el final del primer tiempo (1-1); ingrato muchacho para los amarillos, porque apenas sobre el 51’ se desquita (1-2)

 

Lo de Edwin Hernández sobre el 72 ya fue un abuso, 3-1, 5-1 global sobre un campeón que abdicó mucho antes, frustrado por inoperancia, amargado con el árbitro, por, por, porque ni Herrera sabía ya qué reclamaba, con expulsiones del Maza, y del Piojo, despedido entre vítores, aunque demuestra que la esencia no se cambia.

 

La fiera visitó el nido para poner al monarca entre barrotes. Ni siquiera requirió cortar las alas azulcremas. Simplemente acorraló, jugueteó, el par de zarpazos de la ida, así le dejó a los emplumados: peligrosamente heridos, peligrosamente servidos, hasta convertirlos en suculentos y devorables.

 

Goloso animal es la fiera. Lanzada al frente con Mauro Boselli y Matías Britos, sueltos al frente, aprovechando que ni Layún, ni Aguilar están para cuidar los huevos del nido, y que los mejores tiempos del Maza quedaron en algunos ayeres perdidos. La suerte que había tocado a Herrera, al menos ayer, no apareció por Santa Úrsula. El Piojo tragó derrota, porque León es un equipote, porque sus amarillos fallaron a la hora de sacudir esas redes en que no pudieron atrapar a los esmeraldas.

 

León panza verde, panza llena y regordeta, devorador de monarcas, santos y águilas; León campeón como en los viejos tiempos de campeones, todo para reclamar ese trono de antaño, de mediados del siglo pasado, cuando León era grande; el futbol ofensivo, pasional y salvaje… un verdadero espectáculo.

 

Los pretextos del ‘Piojo’

 

Miguel Herrera salió con lo mismo. Cinco goles le metieron en la derrota más abultada de la historia del América, que no acostumbra perder finales. Dijo que el árbitro fue determinante, que les quitó otro penalti, que fue un desastre, llamó mediocres a los dirigentes de los de negro y defendió a Rubens Sambueza, quien dijo, fue perseguido por los silbantes, un jugador que por cierto, pasó un año suspendido por agredir a un silbante…

 

Dijo que no quería decir que el León les ganó por los silbantes. Afirmó que el León fue mejor y les ganó bien.

 

Pero explotó en la conferencia de prensa y llamó estupideces cuando se le cuestionó si no se estaba escudando en los silbantes.

 

Por su parte, Roberto Matosas, ecuánime como es, afirmó que lo que estaba viviendo era un sueño hecho realidad.

 

“He disfrutado todo, el ascenso fu maravilloso pero esto hoy es un gran sueño hecho realidad, con muchos jugadores que vienen del Ascenso conmigo, que cobraban 10 mil, 20 mil pesos, no tenían coche, no tenían casa”, afirmó.

 

“Mis jugadores son extraordinarios, son unos cracks y se portaron de poca madre hoy”, dijo.

 

Rafael Márquez dijo que estaba muy orgulloso del título, sobre todo porque mucho lo daban por muerto, al borde del retiro, y hoy está levantando la copa de campeón que le hacía falta.

 

Dura lección para Miguel Herrera

 

El que es a partir de hoy el técnico del Tricolor, Miguel Herrera, recibió una lección: Le mostraron que el sistema y los jugadores que lo sacó adelante no daba para mucho más.

 

La diferencia entre los equipos que concretan las oportunidades de gol que generan y los que no se vio clara ayer. ¿Cuál es? La calidad de los jugadores. Narciso Mina y Raúl Jiménez no son lo mismo que Mauro Boselli y Matías Britos. Punto. Y atrás se puede ir línea por línea desnudando las carencias de un equipo que vino sobreviviendo por un sistema bien aprendido y mejor aplicado.

 

Pero ese sistema no dio más de sí cuando un entrenador capaz, con un equipo competente, decidió ponerles un alto. Ese fue Roberto Matosas, el técnico del León.

 

La fórmula fue la misma que en el primer partido. Tapó la salida de los carrileros con la marca casi heroica de sus propios delanteros. Lo que deja dudas de la capacidad de Herrera es que no puso remedio. Sólo él sabrá qué se imaginó, pero lo cierto es que tuvo que quemar un cambio en el minuto 27, para pasar de línea de cinco a línea de cuatro.

 

Uno de sus maestros, Ricardo La Volpe hacía ese tipo de movimientos sin tener que cambiar jugadores. Pero bueno, ese es el maestro.

 

Dos cosas más hay que decir de Herrera. Sería lamentable verlo hacer el ridículo insultando al árbitro y provocando su expulsión en el Mundial. Ya ese carácter explosivo fue el que lo dejó fuera de una Copa del Mundo como jugador.

 

Y la otra, ¡por favor! Que deje de repartir culpas y cargar sobre el silbante. ¿El de negro fue el que falló las oportunidades de gol que tuvo? El América no le anotó ni uno al León y listo (autogol no cuenta). Una vez más recurramos al maestro. Dijo La Volpe cuando reveló que quería ser técnico del Tri que el suyo sería una selección sin pretextos.

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