Atípico en el contexto del futbol mexicano, Guanajuato es uno de los pocos Estados de la república cuyo representante no juega en la capital (de momento, los otros dos son Santos y Atlante).

                  Más extraño todavía, el Estado del cual proviene un finalista del presente torneo, es de los más futboleros del país, de los que más clubes han tenido a lo largo de la historia de la primera división, sin que eso haya implicado alguna vez el que su capital, la ciudad de Guanajuato, se viera representada en alguna categoría importante de este deporte.

 

El León, implacable a lo largo de este torneo e invencible en lo que va de la liguilla, ha sido el verdadero gigante de la región desde que nació, siempre envuelto en múltiples clásicos locales.

 

En su misma ciudad y con orígenes en común, ha estado el Unión de Curtidores. No muy lejos, en esos caminos de Guanajuato de José Alfredo Jiménez, han figurado con momentos puntuales de éxito tanto el Atlético Celaya como el Irapuato. Con mucho menor nivel de repercusión, han aparecido en divisiones de ascenso el San Francisco y el Salamanca.

 

Muchos clubes, ninguno de la capital, separados por una agria rivalidad y que a lo largo de buena cantidad de años desaparecieron del mapa estelar del futbol mexicano.

 

Fue en el 2012 cuando este León retornó al máximo circuito tras una larga década de ausencia. Lo esperable entonces era que se mantuviera en la línea habitual de los recién ascendidos: padecer para quedarse y eventualmente volver a caer, algo completamente ajeno al desempeño de este conjunto esmeralda. En su primer torneo ya accedió a semifinales. Al segundo semestre, se mostró mal dando a intuir que hasta ahí llegaba ese plantel. No obstante, ahora, apenas 17 meses después de haber regresado a primera, se ha metido a su primera final en dieciséis años.

 

En realidad, considerar novato a este cuadro leonés sería el peor de los errores. Un plantel que tiene tres eventuales titulares de México para el Mundial, que posee algunos de los extranjeros más eficaces de la liga, que es dirigido por un personaje que pronto es deseado por los clubes más importantes del país. De hecho, el uruguayo Gustavo Matosas ha encontrado ahí su fórmula; hasta antes de esta etapa con los panzas-verdes, su carrera como entrenador había sido poco estable o duradera en algún timón.

 

Acaso la primera clave de Matosas ha sido imprimir semejante garra a sus pupilos, pero también aprovechar talento que otros no habían sabido percibir. Carlos Peña es un claro ejemplo: olvidado y descartado en el equipo hermano del León, el Pachuca, el apodado Gullit es hoy un mediocampista único para el futbol mexicano. Idéntico caso el de Luis Montes, cuya trayectoria vestido de verde ha sido simplemente espectacular. Juntos, son una medular perfecta, a la que se añade otro talento hasta hace poco desconocido, como José Juan Vázquez.

 

A eso se añade un Rafael Márquez que inesperadamente ha recuperado tremendo nivel, luego de que en su paso por la liga estadounidense fuera severamente criticado (y votado, quien lo dijera ahora, una de las peores contrataciones que se hayan hecho).

 

El León buscará esta semana el título seis en su historia. Sería una estrella más para ese futbolero Bajío (aunque dudo mucho que sus rivales de la región lo festejen) y para ese estado de Guanajuato que, sin tener futbol en su capital, ha vivido impregnado de equipos casi en cada uno de sus rincones.

 

Ahí, donde la vida no valdrá nada, pero sí su fuera.

 

INV 97 LEÓN-CAZ

95-96 NEC-CEL

91-92 LEO-PUE

74-75 TOL-LEO

72-73 CAZ-LEO

58-59 gua leo subcamm

55-56 leo oro

51-52 leo gdl

48-49 leo ats

47-48 leo oro

46-47 atl leo

 

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