TEGUCIGALPA.  Las elecciones generales de Honduras concluyeron tras una jornada en calma y con alta participación de votantes, pese a los temores de fraude y de brotes de violencia.

 

“Ha sido una fiesta histórica la que hemos vivo. La fiesta cívica ha sido en paz. Se cierra la votación”, anunció el presidente del Tribunal Supremo Electoral (TSE), David Matamoros, quien afirmó que la jornada tuvo “una participación enorme en todo el país”.

 

La mayoría de los centros de votación hondureños abrieron sus puertas a las 7 del domingo y cerraron una hora más tarde de lo previsto, a las 5 de la tarde, para lo que seguramente será una reñida elección entre la derecha y la izquierda, que amenazan con quebrar el centenario bipartidismo que ha gobernado este país, el segundo más pobre de América y el más violento del mundo.

 

En estos comicios, bajo un sistema electoral sin segunda vuelta, unos 5.3 millones de hondureños estuvieron habilitados para elegir al presidente que sucederá a al actual, Porfirio Lobo el 27 de enero próximo, así como a tres vicepresidentes, 128 diputados nacionales y 20 al Parlamento Centroamericano, y 298 cargos municipales.

 

“Hemos visto un proceso bien pacífico, un proceso donde ha habido transparencia y muy fluido”, afirmó la jefa de la misión de observación electoral de la Unión Europea (UE), la eurodiputada austríaca Ulrike Lunacek

 

El único incidente reportado fue el asesinato a balazos de cinco personas a 20 metros de un centro de votación en la comunidad Juan Francisco Bulnes del departamento selvático Gracias a Dios, cuando faltaba media hora para la apertura de los comicios.

 

Participaron por primera vez nueve partidos políticos, cuatro de los cuales surgieron tras el golpe de estado que el 28 de junio de 2009 derrocó al presidente Manuel Zelaya.

 

Además, por primera vez una tercera fuerza desafía al bipartidismo que ha reinado en el país por más de un siglo (Partido Nacional y Partido Liberal) desde que el país retornó a la democracia en 1980, tras casi dos décadas de regímenes militares.

 

Las últimas encuestas de intención de voto reflejaron un virtual empate entre Juan Orlando Hernández (del gobernante centroderechista Partido Nacional), con 28%, y Xiomara Castro, del izquierdista Libertad de Refundación (Libre), con 27%.

 

Hernández es el actual presidente del Congreso y Castro es la esposa de Zelaya.

 

Hernández subrayó que los comicios estaban transcurriendo “en orden y con un nivel de participación que va a ser histórico”, lo que demuestra que el hondureño “es un pueblo pacífico que quiere estar unido y salir adelante”.

 

“Mañana comienza una nueva Honduras; con fe y esperanza, a construir la nueva patria”, afirmó Castro y remarcó que el pueblo “quiere un cambio y está listo para eso”.

 

Además de Hernández y Castro hubo otros seis aspirantes a la Presidencia, entre ellos Mauricio Villeda, del Partido Liberal, con una intención de voto de 17%, y Salvador Nasralla, del Partido Anticorrupción, con siete por ciento.

 

Entre los postulantes a los que los sondeos no asignaron chances de ganar figuró el general retirado Romeo Vásquez Velásquez, quien en 2009 era el jefe de las fuerzas armadas y encabezó el golpe de estado contra Zelaya.

.

Los analistas pronosticaron un resultado cerrado, lo que hizo  temer brotes de violencia y hasta fraude, aunque las autoridades electorales llamaron a vencer el miedo, en unos comicios vigilados por 800 observadores internacionales. Las autoridades asignaron 15 mil militares y 11.mil policías a la custodia del acto electoral.

 

Un país con la mayor tasa de homicidios

 

Segundo país más pobre de América después de Haití, Honduras tiene un 71% de sus 8.5 millones de habitantes en la pobreza y el subempleo alcanza niveles del 40%. El futuro presidente deberá enfrentar esta situación en un estado calamitoso de la economía, con un déficit fiscal del 6% y una elevada deuda pública.

 

Pero la gravedad de la pobreza quedó en el segundo plano ante los niveles alarmantes de la violencia del narcotráfico y las pandillas, que tienen al país con el triste récord mundial de homicidios, 86 por cada 100 mil habitantes.

 

La lucha contra el crimen centró entonces el debate electoral. Hernández promete combatir al crimen organizado con una fuerza de cinco mil policías militares, y Castro propone tener a los soldados en las fronteras en la lucha antidrogas y crear una policía comunitaria para enfrentar a las pandillas.