Por ejemplo: Que un político mandamás del Partido Acción Nacional (PAN) decidió vetar a una posible candidata a Consejera Electoral para el  Instituto Federal Electoral (IFE) porque se está divorciando de ella y ‘habría que castigarla’, a pesar de sus calificaciones y experiencia.

 

Que un Consejero Electoral ya en funciones en el IFE del que se publicó que apoya a un candidato a Consejero por el PRD y tiene a la esposa de éste trabajando en sus oficinas, quiso moverla de la posición para evitar ‘balconeos’, pero la señora resultó respondona y luego…  tal-y tal-y tal…

 

Parece mentira, pero subsisten en México aquellas viejas e históricas manías tan dañinas siempre: las de las cuotas de poder para quienes están en el poder: las del no dar paso sin huarache en beneficio particular o privado o de partido y la fea costumbre de pensar en que la política es para el servicio personal y no para el servicio público… como ocurre.

 

Esto viene al caso porque por todas estas argucias y manías se complica cualquier procedimiento que dentro de lo normal y democrático y ciudadano debiera ser la mar de sencillo y transparente. Pero no. Como ocurre en la selección de los 5 Consejeros electorales para el IFE.

 

Que apareciera una primera lista de 64 que después se convirtió en una de 60 fue un triunfo de la presión social y del tiempo;  y que luego de ahí habrá de salir otra lista reducida y que el lunes próximo se conocerá el método de selección –que no elección- de quienes estarán ahí (¿por cuánto tiempo?) según dijo el 20 de noviembre el presidente de la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados, Silvano Aureoles Conejo.

 

Luego, a partir del lunes ¿Qué se valorará ahí? ¿Afinidades electivas con los partidos políticos? ¿Solidaridades con los partidos políticos? ¿Compadrazgos con dirigentes de partidos políticos? ¿Apoyos a quienes corresponderán al favor recibido por el partido político? ¿Sometimientos político a los partidos políticos? ¿Plazas laborales para gente de esos partidos políticos?

 

Cada partido tiene a su gallo… o sus gallos: no siempre los mejores porque, ya se dijo: muchos de los ahí presentes no están para esta gestión; algunos tienen cola que les pisen, otros de plano son inexpertos en materia electoral, algunos más tienen impedimentos constitucionales y si, una buena lista de ellos son los que debieran ser: ahí está la veta.

 

El ideal –y es un ideal que seguro está lejos de los suyos, señores legisladores- es y será siempre el de que se escoja a los 5 nuevos Consejeros bajo el criterio de la experiencia probada de cada uno; la trayectoria en organismos electorales y sus conocimientos teóricos y prácticos; valores de gestión y resultados de esa gestión expuestos a la vista; el rigor mostrado; capacidad para el trabajo en lo colegiado; la vocación por lo electoral y la garantía de que se recuperará un Instituto probo y justo, equilibrado, buen árbitro y sin tacha.

 

…Con la aspiración de que  por el trabajo de estos Consejeros, un día estos institutos de la desconfianza desaparezcan para dar paso a esa luminosidad que es la democracia consolidada en la que no habrá necesidad de desconfiar ni de gastar tanto y si de ejercer con toda libertad, sin presiones y sin engaños o chanchullos nuestro derecho al voto.

 

Ya conoceremos el lunes las reglas de la selección que nos trasladará el diputado Aureoles y ya opinaremos del camino seguido.

 

Mientras tanto sigue el gran debate por la creación del Instituto Nacional Electoral (INE).  De hecho ya está encaminado. Faltan detalles. Por lo pronto se cumple en parte el capricho del Partido Acción Nacional y de su dirigente Gustavo Madero que se empeña en la creación de una institución nacional de lo electoral, compromiso adquirido en el ya moribundo Pacto por México (PRI-PAN-PRD) aunque, por lo que se ve hasta ahora, será de otro modo, lo mismo.

 

Que acotarán a los institutos locales; que sacarán las manos de los gobernadores; que a los Consejeros del INE los escogerá la Cámara de Diputados (partidos, por supuesto) y que a los de los tribunales electorales el Senado (partidos, por supuesto). Y así la lamentable historia.

 

Por lo pronto ya le aprobaron el presupuesto de 2014 al IFE: Ni más, ni menos: 11,833 millones de pesos: de los que 7,789 son para gastos de operación y 4,044 para los partidos políticos ahí representados (52% del presupuesto del IFE).

 

Así que los Consejeros seguirán recibiendo 252,823 pesos mensuales –más bonos y alguna que otra piscacha por ahí -; el Secretario Ejecutivo 221,312 pesos y el secretario particular del Consejero presidente 176 mil pesos mensuales… ¡Quién da más!