No fue una noche de euforia desatada. Acaso algunos aficionados retomando en las gradas aquel viejo grito de “Nos vamos al Mundial”, entonado en anteriores ocasiones con mucho mayor sentido y apego a la realidad del logro.

El asunto es que se hizo lo que se tenía que hacer, más allá de si Nueva Zelanda decepcionó, que basta decir que ni sus propios aficionados esperaban más que eso y se limitaron a festejar sus inservibles goles de la honra, y más allá de lo poco adverso que es ser visitantes en la sonriente Wellington (“¡Buena suerte a México en el Mundial!”, me gritaban seguidores locales tras el partido, tan lejos de la hostilidad de otros sitios). En todo caso, nada se puede reprochar en este instante a Miguel Herrera, quien añadió a la calificación el compartir la victoria con los tres directores técnicos que le antecedieron a lo largo de esta convulsa eliminatoria en el banquillo tricolor. ¿Mera política? Partamos del entendido de que ese cargo también obliga a muchas de esas buenas maneras, mismas que se habían ido perdiendo en paranoias e incertidumbres.

 

Llegados a este punto, empezamos a especular sobre lo que puede aparecer en el firmamento para la Copa del Mundo. Fieles a la costumbre mexicana, entraremos en el juego de decir, como cada cuatro años, le ganamos a tal, empatamos con tal y perdemos con tal, pretendiendo que dicha mediocre combinación alcance para mantenerse delante de esa línea de la primera ronda y privados de esa otra de los cuartos de final (el quinto partido, como suele llamársele ya en tono de quimera o terreno de lo mitológico).

 

Sucede que, para empezar, cuando hemos especulado y previsto los resultados de la fase de grupos, hemos errado. Sudáfrica 2010: se le ganaría a Sudáfrica, empataría a Uruguay y perdería con Francia (ninguno aconteció de tal forma). Alemania 2006: victoria sobre Angola, igualada con Irán, caída a manos de Portugal (tampoco se le pegó a uno sólo). Corea-Japón 2002: derrotar a Ecuador, tablas con Croacia y vencidos por Italia (aquí todo salió mejor). Así llegamos incluso a Argentina 78, cuando se domaría a Túnez, emparejaría a Polonia y perdería con Alemania (todos fueron superiores al Tri en esa ocasión, incluidos los tunecinos para la primera victoria africana en un Mundial).

 

Y sucede que, para continuar, esta vez los bombos lucen más difíciles que nunca. México fue cabeza de serie hace ocho años, tan distinto a esta ocasión, en la que se llega al torneo de verdadero panzazo y gracias a la misericordia del sistema eliminatorio (o del postrero gol estadounidense a Panamá). Lo peor que nos podría pasar, y es completamente posible, sería algo así como Brasil, Italia y Nigeria, o España, Holanda y Chile: grupos como para de verdad espantarse. Lo mejor, sería algo tipo Suiza, Grecia y Argelia.

 

Seguramente, al final será algo intermedio, porque la FIFA ha desarrollado una particular tecnología (bolas frías y calientes) para más o menos balancear la exigencia de los sectores.

 

Hace diez meses, cuando fue el sorteo de la Copa Confederaciones y nos tocó en turno enfrentar a Brasil, Italia y Japón, Héctor González Iñárritu, titular de la comisión de selecciones, salió entusiasmado. Eran momentos en los que no dudábamos de poder vencer a cualquiera, en que los viejos complejos parecían en definitiva desterrados, en que conquistas sub-17, mexicanos brillando en Europa y oro olímpico, daban para augurar y demandar otras metas.

 

Ojalá las aguas regresen a tal nivel, ahora que la presión eliminatoria se ha disipado y parece emerger un liderazgo sensato (quien lo iba a decir) en el otrora visceral Miguel Herrera.

 

Ojalá empecemos por entender que, por clasificados que estemos, muchas facetas están mal (aunque tampoco todas).

 

Ojalá se vaya a Brasil no pensando en quintos partidos, sino en todo; no en cálculos de con quién perderemos y empataremos, sino en que a todos nos impondremos. Así, finalmente, se fue a Londres 2012, salvando la diferencia de circunstancias.

 

Y, ojalá, sobre todo, que la confianza, acaso el primero de los talentos imprescindibles en el futbol como en la vida, se recupere ya. Que, sin eso, iremos a Brasil y volvemos muy pronto.

 

Las opiniones expresadas por los columnistas son independientes y no reflejan necesariamente el punto de vista de 24 HORAS.