Razones futboleras para rasgarnos las vestiduras, hubieran sobrado: Zlatan Ibrahimovic, el descomunal artista del balón, se queda fuera del Mundial… Razones completamente atenuadas porque, afortunadamente y con el inmenso respeto que merece el sueco, eso significa que en Brasil 2014 no nos quedaremos sin ver a uno de los más grandes de todos los tiempos, llamado Cristiano Ronaldo dos Santos Aveiro.

               Un partido épico para dos futbolistas épicos: Cristiano había anotado el solitario gol de la victoria portuguesa en la ida y abrió la vuelta clavando otro tanto. Ibra hizo creer en el milagro sueco tras hacer dos dianas en cinco minutos, pero de inmediato respondió CR7 con otros dos. Sí, hablamos de goles como si fueran cosas cualquieras, como si se tratara de un par de trámites obvios y rápidos, porque en eso han convertido el sentido de meter el balón a la portería, tamaños portentos.

                Por esta vez, me atrevo a repetir unos párrafos ya publicados con anterioridad en este espacio, bajo el título “En defensa de Cristiano”:

 

¿Por qué razón no iba a ser Cristiano Ronaldo algo más que un héroe para la afición del Real Madrid? ¿Por usar demasiado gel? ¿Por atreverse a decir que le insultan por “rico, guapo y buen jugador”? ¿Por tener por novia a una cotizadísima top-model rusa y haber sido visto alguna vez  en una discoteca con Paris Hilton?¿Por vivir obsesionado con vestir a la máxima moda antes que nadie? ¿Por coincidir en tiempo y liga con un astro como Messi que juega rodeado por una constelación sin precedentes, como el actual Barcelona?

 

Quien lo dude, está peleado con los fundamentos más esenciales del futbol. Caiga bien o mal, agrade poco o mucho, sea carismático o pesado, este portugués es un genio del balón y discutirlo es discutir a este deporte.

 

Completo como pocos en la historia. Goleador a proporciones épicas. Decisivo como contadísimos casos. Y narcisista, vanidoso, como todo artillero ha de serlo, con esa cuota de egoísmo imprescindible para encontrar una vez sí y otras también, la portería rival.

 

Meses atrás, entrevistando a Gerard Piqué, le pedía me ayudara a comparar a Messi con Cristiano; finalmente, el defensa blaugrana es compañero del argentino y fue compañero en el Manchester United del portugués (donde, por cierto, eran especialmente cercanos). Piqué se refirió a CR7 como “una máquina perfecta para hacer futbol” y dio en el clavo. Todo lo hace bien: disparar con las dos piernas, definir con potencia o con delicadeza, levantarse y levitar para rematar de cabeza, ser artista y velocista, aprovechar la velocidad tanto en espacio corto como en largo, leer a las defensas rivales. Y, cada vez más, cargar con el equipo, hacerlo suyo, convertir la causa del colectivo en la suya (y viceversa cuando se necesita).

 

En el cotejo de vuelta de la recalificación europea, Ibrahimovic dejó claro que abundan motivos para que se le extrañe en el próximo Mundial, mismos que se refutaron de manera inmediata por lo que habría representado no tener al titán de Islas Madeira en la competencia.

 

Da tristeza que uno de los dos haya tenido que quedar fuera, pero puestos a elegir, no hay duda respecto a cuál era verdaderamente imprescindible en la fiesta.

 

La dimensión de Cristiano Ronaldo es gigante. Al que le desagrade el personaje, que cuestione al personaje, porque su inconmensurado futbol simplemente no se puede cuestionar.

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