SANTIAGO. Michelle Bachelet dejó la presidencia de Chile hace cuatro años con una popularidad superior al 80% y ahora es gran favorita para recuperarla. Pero no todas son rosas: Si no logra un triunfo aplastante en los comicios del domingo, le costará mucho sacar adelante las reformas que propone para reducir la desigualdad.

 

Su victoria se da casi por segura. Le lleva 30 puntos porcentuales a su principal rival, la representante de la derecha Evelyn Matthei, según la mayoría de las encuestas, y es posible que gane en la primera vuelta, con más del 50% de los votos. El Centro de Estudios Públicos, la encuestadora más respetada en el mercado, dijo que Bachelet tenía el 47% de las preferencias a fines de octubre, contra el 14% de Matthei. De los otros siete candidatos, ninguno recibiría más del 10%.

 

Si nadie obtiene la mitad más uno de los votos el domingo, habrá una segunda vuelta entre los dos más votados el 15 de diciembre.

 

Bachelet tendrá muchos problemas para cumplir sus promesas si no consigue una mayoría del 66% en el Senado. Esa es la cifra necesaria para introducir reformas constitucionales o cambios a leyes importantes como los que plantea la dirigente socialista, incluidos una reforma tributaria y otra educativa. Pero nunca ha habido un gobierno con el 66% de las bancas en el Senado.

 

El domingo también se elegirán a los 120 diputados –con un 80% que va a la reelección–, a 20 de los 38 senadores y a 278 consejeros regionales.

 

En caso de ser necesaria una segunda vuelta, seguramente enfrentaría a Bachelet y Matthei, irónicamente dos conocidas de la infancia, ya que ambas son hijas de generales de la fuerza aérea y en algún momento fueron vecinas. El padre de la ex presidente, el general Alberto Bachelet, murió víctima de torturas bajo la dictadura militar de 1973-1980, mientras que el de Matthei, el general Fernando Matthei, fue prominente figura de ese régimen 1973-1990.

 

Matthei representa a una derecha que fue el sustento político de la dictadura de Augusto Pinochet y que está empeñada en frenar los cambios propuestos por Bachelet.

 

“La derecha se va a arrinconar y van a tratar de defender lo que ellos entienden su obra”, declaró a la Associated Press el analista y académico de la Universidad de Santiago de Chile, Bernardo Navarrete, aludiendo al fuerte crecimiento económico del país en las últimas décadas.

 

Bachelet, una médica pediatra de 62 años, dice que su principal objetivo es “enfrentar la desigualdad, para que los beneficios del desarrollo sean percibidos por todos”. A pesar de sus progresos en el campo económico, la brecha entre ricos y pobres en Chile es una de las más grandes del mundo, según dijo este año pasado la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.

 

La OCDE indicó que sus países miembros los ingresos medios del 10% más rico son nueve veces más grandes que los del 10% más pobre. Pero en Chile son 25 veces más grandes.

 

La ex presidenta propone modificaciones constitucionales, tributarias y educacionales, además de la despenalización del aborto terapéutico en casos de violación de la madre, cuando peligra su vida y si el feto no puede sobrevivir. Habla de fortalecer los sindicatos y se ha pronunciado a favor del matrimonio homosexual, aunque en su programa sólo aparece la intención de promover un debate sobre el tema.

 

Todas estas propuestas generan enorme rechazo en la derecha, que pronostica “movilizaciones más radicales, por las promesas que no va a poder cumplir”, según dijo a la Associated Press el ejecutivo Eduardo Pinto.