El Papa Francisco se hizo presente hoy en la Basílica de Guadalupe de México con un video mensaje en el cual advirtió contra la tentación del clericalismo y de las actitudes de autosuficiencia en la Iglesia latinoamericana.

 

La sala de prensa del Vaticano difundió el texto de un largo mensaje grabado con motivo de la inauguración de un congreso sobre la Virgen y la nueva evangelización, que inició este día y se extenderá hasta el 19 de noviembre en la capital mexicana.

 

“La actitud del verdadero pastor no es la del príncipe o la del mero funcionario atento principalmente a lo disciplinar, a lo reglamentario, a los mecanismos organizativos”, señaló Jorge Mario Bergoglio.

 

“Esto lleva siempre a una pastoral distante de la gente, incapaz de favorecer y lograr el encuentro con Jesucristo y el encuentro con los hermanos”, agregó.

 

También alertó contra la tentación del clericalismo, que “tanto daño hace a la Iglesia en América Latina”, porque es un obstáculo para que se desarrolle la madurez y la responsabilidad cristiana de buena parte los fieles católicos.

 

Sostuvo que el clericalismo entraña una postura auto-referencial, una actitud de grupo, que empobrece la proyección hacia el encuentro con Dios y con los hombres que esperan el anuncio de su mensaje.

 

Estableció que por ello urge formar sacerdotes capaces de proximidad, de encuentro, que sepan enardecer el corazón de la gente, caminar con ellos, entrar en diálogo con sus ilusiones y sus temores.

 

Según el Papa es vital para la Iglesia no encerrarse, no sentirse satisfecha y segura con lo que ha logrado, porque cuando eso ocurre la Iglesia se enferma de “abundancia imaginaria, de abundancia superflua, se empacha y se debilita”.

 

“Hay que salir de la propia comunidad y atreverse a llegar a las periferias existenciales que necesitan sentir la cercanía de Dios. Él no abandona a nadie y siempre muestra su ternura y su misericordia inagotables, pues ésto es lo que hay que llevar a toda la gente”, insistió.

 

Precisó que los católicos deben dirigirse a todos, sin excluir a nadie y teniendo muy en cuenta la circunstancias de cada uno.

 

“No se trata de ir como quién impone una nueva obligación, como quién se queda en el reproche o la queja ante lo que se considera imperfecto o insuficiente”, indicó.

 

“Este tesoro de la fe no es para uso personal. Es para darlo, para transmitirlo, y así va a crecer. Hagan conocer el nombre de Jesús. Y si hacen ésto, no se extrañen de que en pleno invierno florezcan rosas de Castilla. Porque saben, tanto Jesús como nosotros, tenemos la misma madre”, apuntó.