A dos semanas de la publicación de los índices de disparidad de género en 136 países por parte del Foro Económico Mundial, en donde Suecia es el cuarto país con mayor igualdad entre los géneros, lo que resulta en mejores condiciones de vida para sus ciudadanas, la cuna de Lisbeth Salander se ha anotado otro punto al ser el primer país en adoptar el Test de Bechdel, un sistema de clasificación de películas que promueve la igualdad de género.
Nombrado a partir de la ilustradora Allison Bechdel quien en su comic de 1985 “Dykes to Watch Out For” (Unas machorras de cuidado) pone en voz de uno de sus personajes que éste sólo asiste a las salas de cine cuando las películas cumplen con los siguientes tres requerimientos: al menos tiene que haber dos mujeres en la cinta; que hablen entre sí y que hablen de otra cosa que no sea un hombre.
Siguiendo la anterior regla nos sorprenderíamos de cuantas películas en las carteleras fracasan en este intento. “La trilogía entera de El Señor de los Anillos, las películas de Starlínea Wars, The Social Network, Pulp Fiction y todas menos una de las películas de Harry Potter fallan esta prueba”, dijo Ellen Tejle, la directora de Bio Rio, un cine de Estocolmo que ha adoptado la calificación A para aquellas cintas que aprueben el Test Bechdel.
Hasta el momento la iniciativa ha sido aprobada por cuatro complejos cinematográficos, el Instituto de Cine Sueco y la televisión por cable, lo que habría de sumar una nueva clasificación a las ya tradicionales que evalúan las escenas de sexo y violencia según sean aptas o no para ciertos grupos de edad.
La directora del cine sueco Bio Rio Ellen Tejle sosteniendo la clasificación A de aprobación del Test de Bechdel. Foto: AP
Esta nueva medida me parece un importante avance en la manera en que observamos las películas. Para muchas personas sería una revelación el cuestionarse a partir de los tres básicos requerimientos de Bechdel la participación de los personajes femeninos y por ende se lograría una ruptura con la naturalización del mínimo o nulo accionar de mujeres en el celuloide.
Sin embargo, no es suficiente lo anterior ya que los tres puntos apenas si son mínimos como barómetro oficial de la participación equitativa de los personajes femeninos en el cine.
Si no se toma en cuenta la manera en cómo están siendo representadas las mujeres, con respecto a si es menos estereotipada, igual o incluso peor, la clasificación A podría llegar a evidenciar meramente que las mujeres también son parte del conglomerado de personajes de una cinta, más no demostrar lo complejo de sus vidas que han sido subrepresentadas o anuladas de la industria fílmica, ya que nunca se menciona si su participación es protagónica o secundaria para que pase el Test de Bechdel.
También habría que cuestionarnos si aquellas películas que apenas si pasan el Test de Bechdel con una o dos breves escenas con dos mujeres que hablen de tópicos ajenos a los hombres de la cinta, lo que incluso podría estar desvinculado del argumento principal, están realmente haciendo un avance. Me parece que apenas una mínima inserción como la descrita previamente no ayuda a descubrir si una película es sexista o no, y podría ser demasiado fácil hacer trampa en esta prueba y pasar.
De igual manera existen muchas películas que pasan el Test de Bechdel pero esto no quiere decir que tengan representaciones positivas de las mujeres y a la inversa algunas películas que tienen personajes femeninos relevantes no pasan el Test como sucedió con Gravity protagonizada por Sandra Bullock.
Esto no quiere decir que el Test de Bechdel es insatisfactorio, sino que debe ser mejorado. El sólo hecho de que se esté tomando en cuenta este tipo de medidas es un gran avance y la iniciativa sueca tendría que ser aplaudida, seguida y mejorada por las demás naciones como una forma de tomar conciencia sobre la participación y representación femenina en el cine.
Palomear positivamente los tres requerimientos de Bechdel en las cintas que vemos no necesariamente nos llevará a la equidad de género pero sí es el inicio de cuestionarnos y traer a cuenta la escasa representación femenina en los estrenos cinematográficos.
De ahora en adelante sería importante aplicar el Test de Bechdel cada que acudamos al cine, viéramos en nuestro hogar viejas o nuevas películas, y hacer una relectura de ellas a partir de estos parámetros sumado al de analizar la representación conservadora o progresista de las mujeres con el fin de reflexionar al respecto.
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