La textura, sabor, color y aroma de las galletas, panecillos, papas fritas y otras botanas cambiará de manera radical de aprobarse la iniciativa lanzada en Estados Unidos por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) para eliminar las grasas trans o artificiales de los comestibles, debido a los riesgos que implican para la salud.

 

Este tipo de grasas son utilizadas por la industria alimentaria para sazonar sus productos al gusto de los consumidores, además de incrementar el tiempo de vida útil de los alimentos, sin embargo, la FDA dio a conocer este jueves que estas grasas artificiales ya no son reconocidas como “seguras”, una categoría legal que permitía su uso en los alimentos al igual que otros productos, como la sal y la cafeína, por ejemplo.

 

Las grasas trans o artificiales se forman cuando el aceite líquido se convierte en sólido mediante la combinación de hidrógenos, proceso que se conoce como “hidrogenación”, con el fin de freir distintos productos industrializados.

 

La medida propuesta por la FDA afectaría a la industria alimentaria, ya que estas grasas resultan muy útiles para la fabricación de comestibles debido a que ayudan a mejorar la perdurabilidad, el sabor y la textura de estos productos, además de que se hicieron populares en los hogares al ser más económicas que la grasa animal, como la mantequilla.

 

La propuesta de la FDA, que se abrió a comentarios del público durante 60 días, señala que las empresas tendrán que demostrar científicamente que los aceites “parcialmente hidrogenados” que utilicen en sus productos son seguros para comer, un gran obstáculo dado que diversos estudios científicos advierten lo contrario, publicó este jueves el diario The New York Times.

 

Aunque existen grasas trans que se producen naturalmente en productos como las carnes de cerdo y de cordero, la mantequilla y la leche, diversos estudios demuestran que el uso artificial de esta grasa causa mayor daño a la salud que cualquier otra, porque aumentan los niveles del llamado “colesterol malo” que se asocia a los padecimientos cardiacos.