Noche peculiar la que espera a Miguel Herrera en su debut oficial como seleccionador mexicano. A la ya sabida debilidad del rival se añade que no cuenta con sus elementos más relevantes.

Así, el conjunto finlandés que enfrentará a México este miércoles, puede catalogarse como una especie de equipo B de su país al carecer de los jugadores que actúan en ligas extranjeras.

 

Por ello amenazan desde este cotejo demasiadas trampas. Si se gana o golea, pocas conclusiones podrán ser extraídas. Si, por contra, se juega mal, los dramas y malos augurios (precipitados e inadecuados todavía), se convertirán en olla de presión.

 

No se puede juzgar a la Femexfut por la escasa exigencia o competitividad que a priori plantean los suplentes de Finlandia. Al no tratarse de una fecha FIFA, los clubes europeos no tienen obligación de ceder a sus internacionales (lo mismo que no han venido los mexicanos que militan en el viejo continente) y las perspectivas de elección de rival eran más bien limitadas.

 

¿Qué más tiene la escuadra finlandesa, al margen de lo que saltará a la cancha hoy en San Diego? El guardameta del Venlo holandés, Niki Maenpaa; el defensa del Ajax, Niklas Mpisander (capitán de la selección); el volante kosovar-finlandés del Chievo italiano, Perparim Hetemaj; el mediocampista ruso-finlandés del Rubin Kazan, Roman Eremenko (semanas atrás, deseado por el Inter de Milán); y el juvenil atacante del Celtic escocés, Teemu Pukki.

 

Cinco futbolistas que, si bien no están al nivel de los mejores finlandeses de la historia (pensemos en Jari Litmanen o Sami Hyypia) sí son pilares para este representativo, como lo son varios más que destacan en ligas como la sueca, polaca, danesa, ucraniana o turca. Con su concurso, Finlandia fue tercera de grupo eliminatorio detrás de España y Francia; sin ellos, habrá un once parchado que no tendrá partidos relevantes de aquí a que comience en un año la eliminatoria de la Euro 2016.

 

No obstante, lo fundamental es el Tri. ¿Cómo se acoplarán? ¿Cómo asimilarán las ideas de Herrera? ¿Qué pondrán a prueba en su único partido frente a selección alguna, antes de los dos con Nueva Zelanda? ¿Qué tanta cercanía respecto a lo que hace el América? ¿Cómo embonarán los demás en la puesta en escena águila? ¿Algún continuismo en relación a lo hecho por los múltiples procesos anteriores?

 

Y, a mi parecer, dos factores básicos a experimentarse de cara a la recalificación: defensa a balón parado y no ceder espacios a contrincantes tan rápidos. Par de circunstancias en particular dolorosas para el Tri. Por absurdo que suene, los antecedentes y estadísticas coinciden en que, sin importar quien sea alineado abajo, no se sabe marcar en tiros de esquina, lo cual tiene que cambiar antes unos neozelandeses específicamente fuertes por aire. Algo parecido con la velocidad.

 

Si Finlandia viniera con todas sus estrellas, sería un sinodal del nivel de la Nueva Zelanda que nos toparemos a mediados de noviembre. Sin ellas, es más bien una incógnita que no aportará demasiadas conclusiones al cuerpo técnico tricolor (o las mismas que el Altamira, el sábado pasado).

 

En fin. Parte del precio de haber pospuesto a escalas ridículas la calificación: jugar como selección cuando nadie en el mundo lo hace y, por ende, inventarse algún rival.

 

Cuando se goleó a Costa de Marfil previo al fatídico partido contra Honduras en el Azteca, las sensaciones fueron positivas y desde ahí inició la emboscada a los de verde: más que recuperación tras tanto traspié, se trataba de un simple desempeño eficaz contra un rival que estaba de vacaciones en Nueva Jersey.

 

Las trampas de esta noche son muchas. Lo relevante es que, bajo el recién estrenado liderazgo de Miguel Herrera, en ellas no se caiga.

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