Fue por mera geopolítica que Panamá tardó en engancharse al futbol.

 

Precisamente en el período en el que se definían por regiones las pasiones deportivas, a fines del siglo XIX y principios del XX, Panamá era algo más que una prioridad para los Estados Unidos; en virtud y como consecuencia de ello, la tierra del futuro canal se abrazó al beisbol. Consumada su independencia respecto a Colombia en 1903, la legión estadunidense de militares, ingenieros, navegantes, trabajadores evangelizó en términos de bates y manoplas, de strikes y outs, de carreras y ponches, a los panameños.

 

Esto llegó a un nivel apenas equiparable con las islas más fervorosas de la pelota, como Cuba, Puerto Rico y Dominicana (todas ellas, también de profunda influencia estadunidense). Aprobado el canal y saturado Panamá de quienes lo abrían, el beisbol reinó sobre el futbol, caso distinto al común de la América Latina continental (acaso Venezuela y en muchísimo menor medida Colombia, siguieron tal patrón).

 

El asunto es que tantas décadas después los panameños han girado los ojos a esta otra pelota, consecuencia de su carácter global de la geopolítica, pero de los británicos (o, como diría Jorge Luis Borges, “el mayor crimen de Inglaterra”). Ir a un Mundial se planteaba como imposible para una selección que suficiente premio ya hallaba con disputar el Hexagonal final de la Concacaf. Este viernes se juega su sueño contra México.

 

¿Cuál México? Esa es la duda general. ¿Cómo alineará un Tri que no ha tenido partido de preparación alguno en lo que va de la era Víctor Manuel Vucetich?

 

Entre especulaciones y rumores, se da por hecho el regreso a la formación inicial de Guillermo Ochoa, quien no estuvo en los dos últimos cotejos.

 

En la lateral izquierda aparecería Carlos Salcido, muy criticado en los pasados choques eliminatorios y cuyo nivel tiene que volver a la regularidad mostrada con el Tri desde 2005. En la central, a la baja del mejor mexicano en ese puesto (que sin duda es Héctor Moreno) se respondería con dos elementos del León, Rafael Márquez y Johny Magallón, en un intento por aprovechar su entendimiento mutuo en la posición más sensible (aunque no es de descartarse que Hiram Mier inicie con el tres veces mundialista Rafa). Por derecha el debate es más complejo; muchos creen que el puesto tiene que ser del todoterreno e impetuoso Miguel Layún, aunque considerando que el hombre más peligroso del ataque panameño (Alberto Quintero) juega por derecha, no sería raro que Vucetich apostara por alguien de mayor vocación defensiva como Severo Meza.

 

En la media, la incertidumbre se dispara: ¿Jesús Zavala con Fernando Arce? ¿Torrado en la banca? ¿O Chaco Giménez más retrasado y acompañando a Zavala en la medular? Más difícil todavía intuir lo que hará Vucetich en zona de creación: Lucas Lobos y Gio Dos Santos iniciarán. ¿Quién más? ¿Javier Aquino para equilibrar y atacar por ambos lados?

 

Al frente, las opciones manejadas son tres: Oribe Peralta, Javier Hernández o los dos juntos en detrimento de algún volante.

 

Como queda claro, son meros esbozos de lo que, se sospecha, Víctor Manuel Vucetich enviará al campo este viernes. En frente, el rival que fue beisbolero por geopolítica y empieza a ser futbolero por contagio; rival que en este 2013 ya nos empató a cero en su casa y nos derrotó dos veces en la Copa de Oro.

 

Es el partido más importante del año para México… Pero también el más importante de la historia para Panamá.

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