En menos de 30 segundos, uno de los cuatro cerros que rodea La Pintada, una pequeña población de unas 500 personas se desgajó y barrió con todo a su paso. Esta es la única población que desapareció en un 85% tras las intensas lluvias que dejó a su paso la tormenta tropical “Manuel”.

 

La Pintada, comunidad enclavada en la sierra cafetalera del municipio de Atoyac de Álvarez, en la costa Grande de Guerrero celebraba este 16 de septiembre la fiesta del pueblo por el Día de la Independencia. Pasadas las tres de la tarde, el alud de agua, tierra y lodo sepultó casi todo el poblado. Aquí la gente estima que al menos 100 personas quedaron enterradas.

 

A este sitio sólo se puede llegar por helicóptero si las condiciones meteorológicas lo permiten. La otra opción es caminar siete horas para atravesar unos 30 deslizamientos de tierra que bloquearon la carretera que comunica a esta zona. No hay otra forma de llegar.

 

En tanto, en Coyuca de Benítez se desplomaron dos puentes de la carretera que conecta con la cabecera municipal de Atoyac, desde donde un vehículo sólo puede avanzar unos 40 kilómetros por la carretera hasta encontrarse con el primer deslave y ni una rodada más. De este punto a Paraíso, el poblado más cercano a La Pintada, aún deben caminarse otras tres horas.

 

(Foto: EFE)

 

Paraíso también esta incomunicado y parcialmente destruido. En ese punto atraviesa un río que provocó estragos a la población que lo habita. No hay electricidad ni líneas telefónicas y los alimentos empiezan a faltar; el agua y las medicinas también. Y aún no para de llover.

 

Ocho kilómetros adelante está La Pintada, a donde llegaron más de 200 elementos del Ejército, Marina y Protección Civil federal para la recuperación de cuerpos por el alud que en días pasados los sepultó. Pero de bienes materiales no habrá nada que recuperar. Todo es lodo.

 

Una avalancha de agua y lodo entraron hasta la plaza principal, sepultando todo a su paso y sólo unas cuántas construcciones se salvaron. Hasta la iglesia desapareció.

 

A ratos llueve. Una ligera llovizna acompaña el recorrido y los olores fétidos aún no permean. Pero cuando pase el temporal, el sol evapore el agua y seque la tierra, esto será otra cosa.

 

Las personas que sobrevivieron a esa tragedia fueron desalojadas hasta Acapulco, muchos se refugiaron en comunidades cercanas y otros más instalaron pequeños campamentos cerca de la zona.

 

Aunque las modestas cifras oficiales marquen unos 60 muertos, en La Pintada consideran que nunca se sabrá cuántos quedaron sepultados. Lo cierto es que en cuestión de días llegará sin remedio el olor a muerte.