Una ciudad que ha tenido más de diez equipos en primera división y que de momento posee seis representantes en la Premier League, está habituada a vivir casi a cada fin de semana un partido de elevadísima rivalidad y tradición.

 

Sin embargo, lo particular del choque de este sábado es, más que la enemistad de los contendientes, sus nombres: tanto Fulham como Chelsea juegan en el distrito de Hammersmith and Fulham, pero los azules recurrieron al nombre del vecino Royal Borough of Kensington and Chelsea, al ya estar tomado el del propio (y, también, al no haber logrado convencer al Fulham de unir fuerzas y mudarse al estadio Stamford Bridge, lo que obligó a fundar una nueva institución).

 

Así, el Chelsea es símbolo y bandera del acaudalado municipio de al lado, aunque con su estado en plena avenida Fulham Road y muy cerca del metro Fulham Broadway. Mientras tanto, los apodados cottagers, habituados a vivir a la sombra de sus poderosos vecinos blues, tienen una historia carente de títulos en la máxima categoría, pero más añeja que ninguna otra en el oeste de Londres; su sede es el Craven Cottage, sobre el río Támesis y a cuyo costado inicia cada lado la regata de remo Oxford contra Cambridge.

 

El otro club de la zona, el actualmente descendido Queens Park Rangers, también tiene su estadio en Fulham y colindando con Kensington and Chelsea. Se trata del pequeño Loftus Road, muy cerca de lo que fuera el Estadio Olímpico de 1908 (donde hoy se ubica la BBC, en cuyo patio está marcada la línea de meta de aquella instalación atlética).

 

Por mucho tiempo, QPR y Fulham sostuvieron su particular derby del oeste de Londres en división de ascenso, al tiempo que el Chelsea hallaba sus verdaderos clásicos londinenses al enfrentar a los “norteños” Tottenham y Arsenal o a entidades del este como West Ham.

 

Eso cambió cuando el millonario egipcio Mohammed al-Fayed compró en 1997 al club Fulham y lo consolidó en la Premier (personaje que, además, hasta hace poco tiempo era dueño de la más célebre tienda del oeste de esta ciudad, los almacenes Harrods). Por esos años, el Chelsea renació y volvió a comprar futbolistas importantes, lo cual derivó en la llegada en 2003 de Roman Abramovich (asiduo, como muchos magnates rusos, a los Harrods de al-Fayed, a cuyo lado vivía el oligarca Roman en una mansión valuada en más de 220 millones de dólares).

 

El oeste londinense ha sido históricamente la zona más privilegiada de la ciudad y el Chelsea, aun sin jugar en Chelsea, ha sabido adueñarse de tal reputación.

 

Para tales fines, no pudo haber personaje más idóneo que José Mourinho. Tan arrogante como ganador, tan sobrado como exitoso, tan mediático como elegante, el Chelsea que evoca es el de unos kilómetros al lado y no el de Fulham.

 

Derby del oeste de Londres que, al margen de las polémicas y confusiones de nombres, no implica la misma rivalidad que un Tottenham-Arsenal o la inevitable violencia de un West Ham-Millwall.

 

Derby que, además, tiene una clara hegemonía del conjunto vestido de azul… Como hegemonía económica existe si comparamos el barrio de Chelsea, donde nadie juega, con el de Fulham, donde son anfitriones tres equipos.

 

 

 

 

Las opiniones expresadas por los columnistas son independientes y no reflejan necesariamente el punto de vista de 24 HORAS.