Si ya los panistas, a partir de Vicente Fox y sobre todo de Felipe Calderón, habían convertido la ceremonia del grito en un espectáculo controlado, filtrando al público asistente y privilegiando “invitados” por supuestas razones de seguridad, el antiguo ritual cívico popular por excelencia -con el que los mexicanos conmemoramos el inició de la lucha de independencia-, terminó este domingo por ser transformado, en la nueva era priista, en un mitín político a favor del presidente.
Con el uso de las viejas prácticas del acarreo político del partido tricolor, y el reparto de dádivas y promesas de apoyos, miles de habitantes de zonas populares de municipios del Estado de México y de otras entidades cercanas, fueron trasladados en camiones y traídos a la ciudad para ocupar desde muy temprano la plancha del Zócalo, que en cuestión de horas pasó de ser territorio del magisterio rebelde de la CNTE a ser escenario de hordas de acarreados priistas a los que se pasaba lista para el reparto de la torta y el refresco.
Los presidentes municipales priistas de varios estados fueron los encargados de costear los gastos de traslado de los asistentes al grito que perdió toda espontaneidad para dar paso a los vítores y porras que coreaban entusiastas priistas: “Peña, Peña, Peña”, evidenciando la falta de espontaneidad en el festejo popular que parecía más un acto de campaña priista, aderezado con los espectáculos preparados con cantantes y televisado por las grandes cadenas nacionales.
El temor de que radicales o activistas en contra del gobierno, inconformes con el desalojo violento de los maestros de la CNTE se colarán al festejo, llevó a diseñar un operativo de estricto control de los accesos a la Plaza de la Constitución, a donde se dio preferencia en todo momento a los contingentes que portaban una calcomanía con un escudo nacional que previamente había sido repartida a los alcaldes, dirigentes priistas y hasta gobernadores encargados de coordinar los operativos de acarreos para garantizar la presencia mayoritaria de incondicionales en el Zócalo.
Se cumplía así el pronóstico de que el ultimátum del gobierno federal a los maestros inconformes con la Reforma Educativa era totalmente terminante: o desalojaban por su voluntad la plancha citadina antes del viernes 13, después de algunos acuerdos alcanzados con sus líderes en Gobernación, o se utilizaría la fuerza pública para desalojarlos. Para las 4 de la tarde que las fuerzas de la Policía Federal y la policía capitalina avanzaron por las calles que confluían hacia la antigua zona cero de la ciudad, la mayoría de los maestros de las secciones de Oaxaca, Michoacán y Guerrero se habían ido desde la madrugada y a lo largo de la mañana, pero permanecieron los grupos más radicales de esas secciones, mezclados con otros grupos extremistas que se enfrentaron a la policía.
Después de las horas de tensión que se vivieron y los choques en todo el primer cuadro del Centro Histórico entre los manifestantes y los policías, el control fue tomado por el Estado Mayor Presidencial que de inmediato selló la zona para iniciar las labores de limpieza y poner en marcha el operativo que culminaría con el llenado del Zócalo, desde las 14 horas del domingo 15 con los grupos priistas que fueron acarreados desde varios estados y a los que en todo momento se les dio prioridad en el acceso al evento.
Se cumplía así el objetivo trazado desde Los Pinos y Gobernación cuando se agotó la paciencia y se dio la orden de desocupar, “a como diera lugar” el Zócalo para la ceremonia del Grito y el Desfile Militar del 16 de Septiembre, los primeros del presidente Enrique Peña Nieto. Lo demás fue echar a andar la vieja maquinaria priista que se encargó del resto, y entonces los motivos tricolores se volvieron a confundir, igual que ocurrió por más de 70 años, hasta ya no saber dónde empezaban los colores patrios y dónde comenzaban los colores del PRI. Y al coro de “Peña, Peña, Peña”, el Grito se hizo mitin.
NOTAS INDISCRETAS… Más de 41 muertos por las lluvias torrenciales en varios estados reportaban hasta anoche las autoridades de Protección Civil. El presidente Peña Nieto durmió en Acapulco para supervisar labores de rescate y apoyo a municipios afectados; en Guerrero más de 40 mil turistas están varados, aunque la prioridad para las autoridades no son ellos sino los habitantes afectados en comunidades y municipios… Dados pasados por agua. Serpiente doble.