Una de las consecuencias más graves producto de la fuerte desaceleración económica que se registró durante el primer semestre del año ha sido, sin duda, la menor generación de empleos.

 

En los últimos 12 meses -de julio de 2012 a julio de 2013- se generaron 508 mil 289 empleos permanentes y eventuales urbanos registrados ante el IMSS, de acuerdo con las cifras que publica la Secretaría del Trabajo y Previsión Social.

 

Este número de empleos generados es el menor desde la crisis económica de 2008-2009 cuando se perdieron, para un periodo similar, 593 mil 855 empleos.

 

Por ejemplo, el año pasado, entre julio de 2011 y julio de 2012, se generaron 718 mil 753 empleos formales; mientras que entre julio de 2010 y julio de 2011 la cifra de empleos formales generados en el país fue de 597 mil 097. Un año antes, entre julio de 2009 y julio de 2010, el número de empleos formales alcanzó los 632 mil 330.

 

Así que, como se ve en las cifras, estos últimos 12 meses han sido los más decepcionantes de los últimos años en la generación de nuevos empleos formales.

 

Pero para evaluar con mayor precisión el deterioro que vive el mercado laboral producto de la caída en la actividad económica de este año habría que concentrarse en lo que ha ocurrido en los primeros siete meses del año, de enero a julio; precisamente cuando la actividad económica resintió su mayor desaceleración.

 

En lo que va de 2013 se han creado 300 mil 689 empleos permanentes y eventuales registrados ante el IMSS, una cifra 40% menor que los 498 mil 892 nuevos empleos que se generaron en los primeros siete meses de 2012.

 

Claro que esta caída en el ritmo de generación de empleos observada en lo que va del año está muy influenciada por el raquítico crecimiento de los empleos permanentes, que fue 29% menor que en igual periodo del año pasado.

 

Pero en donde el ajuste laboral se sintió con mayor fuerza es en los llamados empleos eventuales urbanos, cuya figura algunos sectores y empresas utilizan como “comodín” para enfrentar contingencias o ciclos de sus mercados, particularmente contratando personal joven.

 

Es el caso del comercio, cuyo saldo de empleos eventuales para estos primeros siete meses del año es negativo (se perdieron más de ocho mil empleos), o de la construcción, que recién a partir de abril ha venido recuperando paulatinamente los empleos perdidos en meses anteriores, pero cuyo saldo al mes de julio, en relación al pico de octubre pasado, refleja aún una caída en casi 62 mil empleos eventuales.

 

En relación a los estados del país, tres de ellos en particular presentan una pérdida significativa de empleos permanentes y temporales durante los primeros siete meses del año: Veracruz, Michoacán y Chiapas. El primero perdió casi 15 mil empleos (-2%), el segundo perdió seis mil 800 empleos (-1.9%), y el tercero perdió cinco mil 210 empleos formales (-2.4%).

 

Con todos estos datos se desprende que el ritmo de crecimiento del empleo formal en el país se ha deteriorado fuertemente en relación al año pasado y, dados algunos indicadores económicos de julio pasado, es probable que estas raquíticas tasas de crecimiento se mantengan durante buena parte del segundo semestre, por lo que la generación de empleos formales en este año será la menor desde la crisis de 2009; acumulando una mayor presión social especialmente entre la población joven.

 

Ya el secretario Luis Videgaray lanzó el fin de semana desde Chile su pronóstico de crecimiento económico de 4% para 2014 y el anuncio de un mayor gasto público para este segundo semestre con la intención de revertir las expectativas negativas que ahora permean la economía.

 

Pero ahora, después de este infructuoso inicio económico de gobierno, se requerirá de su parte mucho más que sólo expectativas lanzadas al aire, que ciertamente han perdido credibilidad. El gobierno de Enrique Peña Nieto tendrá que dar resultados concretos e inmediatos en renglones tan sensibles como la generación de empleos, precisamente en momentos en que requiere apoyos para las reformas que ha emprendido.