Al igual que en otros aspectos de la vida moderna (o, para ser más exactos, posmoderna o posindustrial), el auge de internet y la expansión del ciberespacio han transformado radicalmente la manera en la que nos comunicamos. Antes, la prensa escrita y la televisión eran las fuentes principales de información; ahora el ciberespacio ha hecho posible que cualquier persona que tenga conexión a internet pueda publicar información, ideas y opiniones para todo el mundo.

Las plataformas de blogs y de redes sociales le marcan el paso a las agendas de los medios tradicionales, y se erigen en una fuente de información en tiempo real. Esto ha llevado a que se cuestione la definición de lo que es un medio de comunicación y lo que significa ser periodista.

Aquel lema revolucionario de la década de los 60, “si no te gustan las noticias, haz tus propias noticias”, dejó de ser una utopía en la era digital.

Así, en este momento observamos el surgimiento de nuevos actores en el escenario mediático, como los periodistas ciudadanos, agregadores de contenidos y curadores de información. Nuevos actores que ponen en entredicho el monopolio de los medios de información sobre los contenidos y las agendas informativas, así como la manera en que éstas eran construidas en el siglo pasado. En estos últimos años, hemos pasado de la hegemonía de los medios masivos de comunicación a la comunicación interactiva.

Hoy en día no es necesario quedarse con la información disponible sobre los últimos acontecimientos de la guerra civil en Siria, ya que también podemos interactuar con usuarios de Twitter o Facebook que se encuentran en ese país para corroborar lo que se dice. Podemos conocer los detalles de ambas perspectivas en un conflicto político sin necesidad de esperar la edición de un periódico. El flujo de información se ha ensanchado de manera irreversible a favor de las audiencias y los lectores.

Copyright

Bloguear o no

La exposición del ciberespacio presenta grandes retos a la manera en que tradicionalmente se han respetado y defendido los derechos de autor y la propiedad intelectual: la copia de contenidos (textos, imágenes y videos) pueden hacerse desde cualquier parte del mundo, con un costo mínimo. Las leyes de copyright parecen haberse quedado atrás de los cambios tecnológicos, y resulta urgente que se adapten a la demanda de la nueva generación de consumidores y sus prácticas culturales para proteger las ideas y la innovación.

Imaginemos por un momento el trabajo de un bloguero en Siria o de un tuitero de Reynosa, Tamaulipas, que difunde información sobre las balaceras y situaciones de riesgo en su ciudad en tiempo real. Ambos utilizan partes del contenido producido por medios de comunicación tradicionales. No se adjudican su autoría, por lo que no puede ser considerado un plagio; simplemente toman fragmentos para fundamentar o enriquecer lo que quieren expresar. De pronto reciben una carta del departamento legal de un medio de comunicación anunciando que interpondrán una demanda en su contra por violar los derechos que tiene su empresa sobre ese contenido. Esto no sólo sucede con los contenidos de noticias; algo semejante le puede pasar a un bloguero que cura fotografías sobre un tema en particular o un productor de remixes que difunde su trabajo en soundcloud, por ejemplo.

Muchos blogueros recolectan información en beneficio del interés público, en gran medida, del mismo modo que lo hacen los periodistas típicos. Entrevistan a las fuentes, corroboran hechos y consideran pormenorizadamente temas públicos de relevancia. En los países donde los medios tradicionales sufren censura, bloguear le da a la gente la oportunidad sin precedentes de distribuir información y ejercer el derecho a la libertad de expresión.

Al mismo tiempo, bloguear engloba un amplio espectro de actividades, pero no todas ellas quedan comprendidas en la definición de periodismo. Muchos blogs son de índole social, ya que cuentan las actividades personales o familiares, de entretenimiento, etcétera. Para algunos, los blogs son espacios para despotricar, e inclusive existen quienes aseguran que son muy peligrosos, y otros, que no tienen valor alguno.

Copyright o censura

Las leyes del copyright se están convirtiendo en una nueva forma de censura a la libertad de expresión en la era digital. De acuerdo con el derecho internacional, la gente tiene la expectativa legítima de que su derecho a difundir y recibir información e ideas debe ser respetado y preservado por las leyes de copyright en lugar de que sea restringido por éstas.

La tensión entre el derecho a la libertad de expresión y el derecho de autor no es nueva. Sin embargo, en el transcurso de los últimos 10 años, hemos visto una alarmante expansión de reclamos de derechos de autor a expensas de la protección de derechos humanos.

Los titulares de derechos de autor, me refiero a las grandes corporaciones y no a los creadores en sí, han presionado cada vez más fuerte por el respeto de los derechos de autor en el entorno digital, presionando para la adopción de medidas como el bloqueo y filtrado de sitios web de intercambio de archivos “ilegales” y la criminalización del uso de las herramientas que potencialmente afectaría los derechos digitales.

Al mismo tiempo, el derecho a la libertad de expresión y de información ha sido pasado por alto en gran parte en esta campaña contra la “piratería en línea” a pesar de las graves consecuencias que estas medidas de aplicación de los derechos de autor podrían tener para los derechos fundamentales, y en particular el libre intercambio de información e ideas en línea.

Los derechos preceden a cualquier prerrogativa comercial o corporativa. La expansión del ciberespacio ha hecho explícita la intención de las grandes corporaciones de restringir la libre expresión y el disfrute de la cultura y la innovación, para mantener un modelo de negocio a todas luces obsoleto. De esta forma, los intereses corporativos se suman a la tentación de los gobiernos autoritarios para imponer el silencio y la manipulación en el flujo de información, ideas y opiniones.

El ciberespacio ofrece una plataforma hasta ahora inédita en la interacción entre personas para compartir expresiones, preocupación o lo que se les venga en gana. Mantener abierta esta oportunidad depende en gran medida de la oposición que los usuarios sostengan frente a los intereses corporativos o de gobiernos autoritarios. La moneda está en el aire…