RÍO DE JANEIRO. En la última misa que ofició en Brasil, en el marco de la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), el papa Francisco se dirigió a una multitud estimada en tres millones de asistentes desplegados en el paseo marítimo de Copacabana.

 

La multitud recibió su mensaje, en el que subrayó el rol de la iglesia como misionera, donde los sacerdotes se comprometan a evangelizar y no dejen solos a los jóvenes.

 

Lo escucharon dos mujeres presidentas: Dilma Rousseff, de Brasil, y Cristina Fernández, de Argentina, también el presidente de Bolivia, Evo Morales, y el mandatario de Surinam, Desiré Bouterse.

 

A bordo del papamóvil, el pontífice recorrió los cuatro kilómetros de extensión del paseo marítimo de Copacabana, mientras jóvenes lo vitoreaban e intentaban saludarlo.

 

Como hizo en días anteriores, Francisco se detuvo en varias ocasiones, para saludar a los presentes, besar niños y hasta tomar mate que le acercaron jóvenes compatriotas suyos.

 

Casi 11 mil sacerdotes, mil 500 obispos y 60 cardenales auxiliaron al Papa argentino en la misa, a cuyo término anunció que Cracovia, en Polonia, la ciudad de la que fue arzobispo y cardenal el beato papa Juan Pablo II, será en 2016 la sede de la próxima JMJ.

 

Su discurso enfatizó los aspectos básicos del catolicismo. Expresó que cuando los cristianos hacen frente juntos a los desafíos, “entonces somos fuertes, descubrimos recursos que pensábamos que no teníamos”.

 

En la homilía, advirtió que los apóstoles no viven aislados, sino que forman un grupo, una comunidad que acompaña a los fieles con generosidad y alegría: “ayúdenlos a comprometerse activamente en la Iglesia; que nunca se sientan solos”, precisó.

 

En tanto, en Copacabana, cientos de miles de jóvenes celebraron cuando el prelado pidió que “no tengan miedo” y anuncien el Evangelio por todo el planeta pues el mundo tiene necesidad de Cristo”.

 

El Obispo de San Pedro subrayó la importancia evangelizadora para “arrancar y arrasar el mal y la violencia; para destruir y demoler las barreras del egoísmo, la intolerancia y el odio; para edificar un mundo nuevo”.

 

En la parte más política de su mensaje, el jefe de la Iglesia Católica agregó que el mandato no nace de la voluntad de dominio o de poder, sino de la fuerza del amor.

 

Manifestó que “Jesús no nos trata como a esclavos, sino como a hombres libres, amigos, hermanos, y no sólo nos envía, sino que nos acompaña, está siempre a nuestro lado en esta misión de amor”.

 

También rezó por las víctimas y heridos del accidente ferroviario ocurrido en Santiago de Compostela (España), en el que murieron 79 personas y 92 resultaron heridas.

 

Antes de partir hacia la Ciudad del Vaticano, el pontífice se reunirá con el comité coordinador del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) y con los miles de voluntarios de la JMJ. En su usual comunicación a través de su cuenta @pontifex, de la red social Twitter, Francisco invitó a los jóvenes del mundo a “jugar en el equipo” de Cristo. “Queridos jóvenes, sean auténticos ‘atletas de Cristo’, jueguen en su equipo”.

 

LAS LECCIONES DE FRANCISCO

 

– “Ningún esfuerzo de pacificación será duradero, ni hará armonía y felicidad para una sociedad que ignora, que margina y abandona en la periferia una parte de sí misma”.

24 de julio. En su visita a la favela de Varginha, al norte de Río de Janeiro

 

– “Hagan lío, cuiden los extremos del pueblo”.

25 de julio. En su encuentro con la delegación de Argentina

 

– “Entre la indiferencia egoísta y la protesta violenta siempre hay una opción posible: el diálogo”.

27 de julio. En el Teatro Municipal de Río

 

– “En este humanismo economicista que se nos impuso en el mundo, se ha abierto paso lamentablemente una cultura de exclusión, una cultura del descarte”.

27 de julio. Misa para religiosos de la JMJ

 

– “El joven contagia juventud”.

28 de julio en su homilía en Copacabana

 

– “Jugar en el equipo de Cristo”.

28 de julio. En su cuenta de twitter

 

– “Llevar el evangelio es llevar la fuerza de Dios para arrancar y arrasar el mal y la violencia; para destruir y demoler las barreras del egoísmo, la intolerancia y el odio; para edificar un mundo nuevo”.

28 de julio. En la misa de clausura de la JMJ