De entrada, la decoración del lugar es bastante austera. Algunas flores y detalles mexicanos denotan lo informal del espacio que genera un ambiente de cafetería, más que de un restaurante elegante. La música recuerda a la que uno podía escuchar en un elevador en los ochenta. Aun así, es inevitable ponerse de buen humor cuando llegas al lugar, ya que desde la hostess hasta los meseros, te hacen sentir en casa. Pasé una tarde rodeada de sonrisas con un servicio esmerado y atento.
Mientras leo la carta de bebidas, para escoger un mezcal de su amplia selección, llegan al centro de la mesa tres salseras con una salsa roja, otra verde y un escabeche de verduras con chile habanero. La carta de alimentos del lugar se divide en antojitos de distintas zonas, con un especial énfasis en productos elaborados a base de maíz. También hay una serie de platos fuertes que incluyen varias opciones para deleitarte con adobos y moles.
Las entradas resultan ser una delicia. Los mejillones están cocinados a perfección en una salsa de cilantro, sin nada de mantequilla. Después, los callos, fresquísimos, acompañados de chile serrano, cebolla morada y pepino, también resultan fabulosos. De segundo tiempo pedimos un conejo en salsa de ciruela y el borreguito cocinado en pulque, acompañado de unos fragantes frijoles y tortillas de maíz recién hechas. Ambos platillos resultan muy buenos, aunque
Pasamos la tarde abrigados por la calidez del servicio. Cuando terminamos, Margarita Carrillo se acerca una vez más a nuestra mesa para ofrecernos un postre. Cuando le preguntamos si tiene un platón de quesos para terminarnos el vino, nos dice que aún no tiene uno en la carta, pero que puede ofrecernos uno con queso de Chihuahua que le envía su prima directamente del pueblo en donde creció, así como un Cotija. El plato resulta ideal para terminar la agradable tarde.
Me quedé invitada a regresar. Me gustó el énfasis que existe en la calidad de los ingredientes y el cuidado con que se manejan. También fue refrescante poder explorar comida honesta, que tiene como trasfondo ofrecer comida mexicana de verdad. Sin duda, el lugar no es el más bonito, pero el servicio acogedor y la buena comida harán que valga la pena el viaje para comer en Turtux.
Espero que tengas un maravilloso día y recuerda, ¡hay que buscar el sabor de la vida!
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