Para su más reciente filme (el número veinte de su prolífica carrera como director), es claro que Pedro Almodóvar quiso llevárselo ligero, sin complicaciones mayores, divertirse haciendo una comedia que nos remite de inmediato a sus primeros trabajos (Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón, 1980) pero que, al igual que el avión donde viajan los protagonistas de ésta, Los Amantes Pasajeros, se trata de una nave a la deriva donde en más de una ocasión uno se pregunta: ¿y dónde está Almodóvar?

 

Ambientada en la España actual, la acción sucede principalmente en una sola locación, el interior de un avión que vuela de España a México y cuyos pasajeros son toda una colección de estereotipos, a saber: una pseudo vidente virgen (Lola Dueñas), una dominatrix que presume de tener reveladoras e incómodas grabaciones con los personajes más poderosos de España (Cecilia Roth), un actor de vida licenciosa (Guillermo Toledo), una especie de hitman mexicano (José María Yazpik) y, por supuesto, el trío de sobrecargos -homosexuales y loquísimas- que son el alma de la cinta (Raúl Arévalo, Carlos Areces y Javier Cámara).

 

Luego de que los instrumentos marcan una falla mecánica, el avión -de la línea aérea Península- empieza a sobrevolar en círculos esperando instrucciones sobre donde aterrizar de emergencia. Ante la desesperada situación, los pilotos deciden no avisar nada a los pasajeros, pero aquellos que viajan en clase alta se dan cuenta de la crisis, por lo que -al fin Almodóvar- el caos se desata en forma de sexo, baile y drogas.

 

El desenfado sexual de los diálogos almodorovianos tiene un buen efecto al inicio de la película, el desparpajo es total en esto que el propio director califica como su cinta “más gay” (¿las otras entonces son más hetero?) y ello, de inicio, hasta puede emocionar: uno espera estar frente al Almodóvar más clásico y desenfrenado. Pero el desencanto viene pronto, el chiste se agota lenta e irremediablemente hasta caer definitivamente en una autocomplacencia que se revuelca en sus propio juego, una y otra vez, hasta el hartazgo, llegando a su punto culminante en aquel musical inserto a medio filme donde el trío de locas azafatas canta I’m so excited de las Pointer Sisters.

 

La crítica no es a la ligereza de la cinta ni tampoco a su lenguaje prominentemente soez (que particularmente en España ha molestado bastante); es a su sinsentido, a su poca sustancia, a su sorprendente vacuidad para ser una película de alguien que ha dirigido grandes obras como Hable con ella (2002), Los Abrazos Rotos (2009) o Todo sobre mi Madre (1999). Se trata de una cinta con un humor que pareciera emanado desde el subdesarrollo: vulgar, soso, inane, cansino, cuyas metáforas (el avión es España, la clase turista es el pueblo -que va dormido-, el piloto junto con la clase alta beben y fornican esperando a que la nave se estrelle) de tan obvias no parecen venir de la pluma de Almodóvar.

 

Lo irónico es que, a pesar de la mala crítica, la película ha tenido una excelente taquilla en España, siendo ésta una de las cintas con mayor recaudación de Almodóvar. Para que vean que esos pecados suceden hasta en las mejores cinematografías.

 

Los Amantes Pasajeros (Dir. Pedro Almodóvar)

2 de 5 estrellas.

 

Con: Cecilia Roth, Javier Cámara, entre otros.