El general Abdul Fattah al Sisi se ha convertido en una figura de esperanza para el movimiento antigubernamental en Egipto, que en las últimas horas además de disturbios callejeros había cobrado 16 vidas.

 

Se le considera un atípico jefe militar, carismático y sonriente a menudo, quien ofrece discursos sobre temas emotivos, lo que le ha valido un perfil público de empatía.

 

Entre las anécdotas que los egipcios narran sobre este comandante es que llevó hasta las lágrimas a artistas que participaban en un concierto por sus palabras tras un concierto en abril pasado.

 

Nació en El Cairo el 19 de noviembre de 1954, se graduó en la Academia Militar Egipcia en 1977 y sirvió a los cuerpos de infantería tras su graduación. Y pese a su nula experiencia en combate, al Sisi ascendió en los rangos del ejército.

 

En menos de un año a cargo de las Fuerzas Armadas egipcias, al Sisi toma relevancia mundial y ha dado un revés a la idea que se tenía de él.

 

Fue el 12 de agosto de 2012, cuando el presidente egipcio Mohammed Mursi lo nombró como comandante general del ejército, lo que en su momento se calificó como un intento de controlar el poder político de los militares, quienes lo habían asumido tras la destitución de Hosni Mubarak.

 

Sin embargo, sus declaraciones del lunes pasado, al dar un ultimátum al gobierno de Mursi a responder a “la voluntad del pueblo” y controlar la situación tras un fin de semana de protestas masivas en el país, lo convirtieron en la cara de la inconformidad.

 

Mursi respondió, en un discurso desafiante, el martes por la noche que no toleraría imposiciones del ejército, mientras miles de manifestantes seguían en las calles para exigir su renuncia inmediata.