Ni hombre ni mujer, Norrie May-Welby es la primera persona en el mundo en ser considerad@ legalmente de género neutro. Después de tres años de deliberaciones, el estado de Nueva Gales del Sur en Australia, reconoció el 31 de mayo la petición de Norrie de ser reconocid@ como neutral, y le otorgó un pasaporte en el que el sexo no está especificado.

 

La decisión de los jueces en que se anula la obligación de registrar a un@ ciudadan@ como un hombre o una mujer en los certificados de nacimiento, defunción y matrimonio marca un hito al reconocer que el género no es binario, no sólo se es masculino o femenino.

 

Si partimos de la idea de que el sexo son las características sexuales primarias (aparato reproductor femenino y/o masculino) asignadas al nacer de cada persona y que el género son los patrones de conducta impuestos por la sociedad a cada persona según se sea hombre o mujer y que las personas representan de forma inconsciente, se hace evidente que no existen rasgos inherentes a la constitución biológica de las mujeres y los hombres, sino que son identidades sociales y culturales que se reafirman a lo largo de la historia a través de reglas basadas en la sanción de aquellos que no las sigan.

Por lo tanto se cometen actos opresivos, tanto físicos como mentales a los sujetos que no participan de estas actividades estereotipadas tan cotidianas, como señalar que el azul es para los niños y el rosa es para las niñas o que las mujeres no pueden hacer actividades de raciocinio matemático y solamente los hombres son capaces.

 

Es así que Norrie sale completamente de esa estructura que norma y violenta a l@s sujetos y busca desnaturalizar los conceptos como el sexo y el género. Norrie, activista de 50 años, nació en Escocia como hombre, pero en 1989 se sometió en Australia a una reasignación de sexo, de hombre a mujer, sin embargo con el paso del tiempo descubrió que tampoco era una mujer, lo cual junto con sus médicos, llevó a que Norrie fuera considerad@ neutro, ni hombre ni mujer, puesto que su autoimagen psicológica era neutra y no tenía órganos sexuales.

 

Este caso me hizo pensar acerca de la transexualidad, cuando una persona se identifica con el género opuesto a su sexo biológico. Para mí el caso de Norrie es un ejemplo de alguien que sintió al principio la necesidad de adecuar su género con el sexo asignado al nacer, por lo cual se realizó una cirugía de hombre a mujer, pero que al final decidió que no se sentía del todo feliz con el cambio. En nuestras sociedades nos esforzamos mucho por hacer coincidir el sexo con el género, aunque para algunas personas, no se logra esto con éxito. Considero que si no existiera tal presión para que el sexo biológico coincidiera con el género, con la creencia de que un hombre tiene que ser masculino y una mujer  femenina, no existiría tal necesidad para que los sujetos se hicieran una operación de cambio de sexo.

 

Tal vez si cambiamos nuestra forma de pensar sobre el género en relación con el sexo, la gente sería capaz de existir felizmente en un amplio espectro de géneros sin sentir la necesidad de cambiar quirúrgicamente sus cuerpos y esta sería sólo una opción, pero no una presión social.

 

El pasado 18 de mayo la Asociación Americana de Psiquiatría (APA), responsable de la elaboración del Manual diagnóstico y estadístico de los transtornos mentales (DSM, por sus siglas en inglés), el catálogo de enfermedades mentales más utilizado del mundo, lanzó la nueva versión, número V, donde ya no incluye -trastorno de identidad de género-, el término que se aplica en el manual desde 1980 para patologizar a las personas transexuales y lo cambió por el de -disforia de género-.

 

La disforia de género es un término con el que se designa a las personas que tienen una contradicción entre su identidad de género en contraposición al sexo biológico de su anatomía.

 

Una decisión que, sin bien se deshace de las connotaciones negativas de la palabra “trastorno” y deja de considerar enfermos mentales a las personas que se identifican con un género diferente al asignado al nacer, hace oídos sordos a las demandas de despatologización de la transexualidad.

 

Los grupos de derechos LGBTTTI han dado la bienvenida a los cambios en el DSM V, como un gran éxito después de muchos años de cabildeo. Sin embargo, algunos activistas señalan que el que se liste la disforia de género en el manual permite que todavía se asuma que es necesario identificarse con las construcciones binarias de género, ser hombre o mujer.

 

Esto sigue vinculando la transexualidad, de algún modo, con desórdenes mentales, negando que la transexualidad no es sino sólo una muestra más de la inmensa diversidad existente en el ser humano.

 

Es por ello que la nueva condición de Norrie como una persona de género neutro me significa una ruptura dentro de la construcción social de lo que debe ser un hombre y una mujer y a la vez permite ver la complejidad de los seres humanos, evitando encasillarnos en conceptos binarios.