Si no logra extenderse a escala Sub 20 el éxito de una precedente Sub 17, es difícil aspirar a que una selección mayor se beneficie del buen trabajo en equipos menores.

 

La representación mexicana de menores de 20 años sufrió su segunda derrota, en igual número de partidos, en la Copa del Mundo de la categoría que se realiza en Turquía. Un arranque que tiene al Tricolor casi condenado a la eliminación y que ha generado profunda sorpresa en el medio.

 

Analistas internacionales auguraban un gran papel mexicano e incluso veían a Jonathan Espericueta, como candidato a ser el mejor del certamen, pero todo se torció demasiado pronto. Lo que quizá muchos de esos especialistas no saben es que la mayoría de los campeones mundiales Sub 17 sigue padeciendo para recibir minutos en primera división, que la continuidad topa con resistencias inevitables, que por mucho talento que se genere existen inercias que cambiar, que es más cómodo para muchos entrenadores traer a extranjeros y cubrirse las espaldas que dar sitio a los incipientes valores nacionales.

 

Para comenzar, es más factible que se prolongue el buen desempeño de Sub 20 a mayor que de Sub 17 a Sub 20: los 15-16 años que tiene la mayoría en esos eventos son edad muy frágil; ahí es cuando surge la presencia física, ahí es cuando se define un carácter y el rumbo de una carrera, ahí es cuando más relevancia toma un genuino plan de desarrollo. ¿Entonces no tiene sentido ser ganadores antes de los 17? Para nada: ahí es ideal comenzar dicho camino. Lo que digo es que ninguna gloria futura garantiza y que mal llevado incluso puede ser contraproducente para el jugador semejante torbellino. Los países africanos han impuesto condiciones en muchos certámenes menores y todavía no son capaces de meterse a semifinales mundialistas.

 

Apenas seis campeones del mundo fueron considerados para este Mundial Sub 20. Una razón es que casi todos quedaban en 18 años, muy por debajo de la edad límite, lo que supone dar ciertas ventajas.

 

Algo parecido, aunque no tan drástico, sucedió a la camada campeona con Chucho Ramírez en Perú 2005: que cuando vino el siguiente Mundial Sub 20, el éxito no pudo ser sostenido tras una impecable primera ronda.

 

Muchas cosas han cambiado y mejorado en nuestro futbol. Se equivoca quien piense que esto va a peor. Simplemente, hace falta canalizar mejor los talentos, llevar de otra forma sus capacidades, tener otro concepto de continuidad y proyección.

 

Tras el emotivo Mundial del 2011, México está al borde de la eliminación en Turquía. Resultado también de circunstancias y de momentos futbolísticos (como los goles hechos que falló el Tri contra Grecia), pero, además, síntoma de que en materia de juveniles tenemos demasiado trabajo pendiente.

 

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