El diálogo comienza de manera tan cálida como formal, si acaso dos adjetivos imprescindibles para calificar al por entonces presidente de Costa Rica y premio Nobel de la Paz 1987, Óscar Arias:

 

Usted se encuentra a salvo de contagio, ya no corre peligro… Y yo, yo ya estoy bien…

 

Pocas semanas antes de dicho encuentro, el mandatario tico había contraído influenza AH1N1, pero pronto se reincorporó a ese despacho presidencial en cuya sala charlábamos al ritmo de su pausado hablar. El motivo de la entrevista era que las selecciones de Costa Rica y México se enfrentarían en San José en vital cotejo eliminatorio rumbo al Mundial 2010, por ello la primera pregunta ya rodaba cual pelota:

 

Sr. presidente, cuando recibió el premio Nobel de la Paz, en su discurso decía: “América tiene prisa por la libertad, América tiene prisa por ser libre“. ¿Cómo puede contribuir el futbol con lo que implica, con esa capacidad económica y mediática, para que la libertad llegue a todo el mundo, para que la paz llegue?

 

El futbol lo que puede hacer es acercar a los pueblos, el futbol une a una sociedad. Cualquier país que tenga una polarización ideológica importante, esa polarización se olvida cuando tienen que acudir todos los nacionales al estadio a defender los colores patrios, pero también de un pueblo a otro pueblo ciertamente… Posiblemente sea el mejor embajador, el mejor diplomático que uno pueda concebir porque es el deporte más universal y esto sirve para crear lazos de amistad, solidaridad… El futbol profundiza entonces la amistad entre los pueblos y puede evitar de esta manera que se susciten conflictos entre sociedades o entre un país y otro…

 

Con profundo respeto al resto de los países centroamericanos, no percibo aquí en San José tan enardecida rivalidad respecto a México… Por supuesto que desean ganarnos a como dé lugar, pero la manera de recibirnos es otra…

 

Y es parte de la hospitalidad, de la actitud costarricense, un ingrediente básico de nosotros… Eso se acentúa con México… Decir países hermanos, es poco… Una relación cultural, histórica, política, más allá… No sólo por los numerosos mexicanos que viven aquí en Costa Rica o se casaron con costarricenses, o los costarricenses en México… Es una gran cercanía… Siempre volteamos a ver a México, siempre lo tenemos como referencia, volteamos hacia ustedes… Y al tener a su gran selección de visita queremos ganarle, pero siempre con respeto…

 

A menudo usted acude al estadio… Incluso, por lo que entiendo con alguna superstición…

 

Sí, el uniforme que me regaló nuestra sele me lo pongo al ir al estadio… No puede faltar… Me gusta ir a apoyar a la sele…

 

¿Cómo se da el fenómeno de que Costa Rica sea un espacio de paz? Porque no es común, desafortunadamente, que exista un país que no gaste dinero siquiera en un militar y que decida que  aquí no hace falta ejercito…

 

Como decía el ex presidente francés François Mitterrand, “Costa Rica es el único país que le declaro la paz al mundo”. Nadie se va atrever a invadir Costa Rica, no vamos a tener conflictos militares, porque somos indefensos… Pero casualmente nuestra mejor defensa es nuestra indefensión… A mí me parece francamente inmoral que América Latina este gastando 52 mil millones de dólares en armas y soldados cuando las necesidades de nuestros pueblos son tantas…  Mejor infraestructura, mejor educación, mejor salud, proteger el medio ambiente, tanta cosa… Eso explica en buena parte que Costa Rica tenga un mayor desarrollo que nuestros hermanos vecinos centroamericanos… ¿En qué se gasta el dinero? Aquí en ejército, no… Hay causas preponderantes… Y el resultado es palpable, es comprobable…

 

Y el deporte guarda especial relación con esa filosofía de paz…

 

Sí… A nuestra juventud, para sacarla del peligro, de la droga, de la violencia, de la delincuencia, construirle gimnasios, canchas de futbol, darle balones… La verdad es que es mejor invertir en un pupitre de escuela, que invertir en un revolver… Y lo mismo con el futbol.

 

Pacificador de Centroamérica, hombre de voz lenta y cordial que en ese instante cumplía su segundo mandato como presidente de Costa Rica, idealista que al apagarse la cámara me pidió que me acercara y preguntó interesado… “Usted podrá decirme… ¿Cómo saldrá el partido?”. Realmente, no sabía que responder y empecé a divagar en lugares comunes como “luce muy parejo”, “será trabado”, “los dos necesitan la victoria”, “los antecedentes dicen…”. Con silenciosa sonrisa y una palmada, reiteró la pregunta, y no me quedó más que decir, “creo que ganará México”… Asintió y dijo, “México… Eso me han dicho… Ya lo veremos… Pero, por favor, le pido que disfrute mucho su estancia… También su sele y sus compañeros, los periodistas y los aficionados que vienen a Costa Rica”, y de nuevo pronunció esa R arrastrada tan característica y agradable que tiene el hablar de este país. Cálido y formal me dedicó su libro, tomándose mucho tiempo para firmarlo (ahí le vi cansado, quizá producto de la larga convalecencia). Cálido y formal, me acompañó hasta la puerta a paso tranquilo. Cálido y formal, como este país que ante todo saludo contesta “¡Pura vida!”. Cálido y formal, que parece el sello distintivo de este devoto en dicho y en hecho de la paz.

 

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