La disputa entre el Cártel de Sinaloa y Los Zetas por las rutas del narcotráfico en Guatemala convirtió a este país centroamericano en uno de los corredores más importantes para las organizaciones delictivas. Las consecuencias son evidentes: actualmente se cometen unos 6 mil asesinatos anuales relacionados con el narcotráfico. Informes estadunidenses indican que cerca del 80% de la cocaína con destino a Estados Unidos, hace escala en Guatemala y Honduras.

 

Desde 2006, Los Zetas y el Cártel de Sinaloa desarticularon las organizaciones en el norte de Guatemala y tomaron su lugar. De hecho, el 9 de junio de 1993 Joaquín Guzmán Loera, líder del Cártel de Sinaloa, fue detenido en Guatemala.
Según reportes oficiales, Mario Waltehr Overdick, ligado al crimen organizado en ese país, facilitó la entrada a Los Zetas en 2007. Su primera incursión violenta fue en 2008, cuando el cártel mexicano se enfrentó con el de la Familia León, y acribilló al jefe de la banda, Juan León Ardón, El Juancho, un hermano de éste y nueve socios.

 

Los Zetas  protagonizaron su ataque más violento en Guatemala en mayo de 2011, cuando masacraron a 27 campesinos en el norte del país, como “mensaje” para un narcotraficante local ligado con la familia León.

 

Para revertir esta situación, el gobierno de Otto Pérez Molina prepara a un grupo de militares, altamente especializado, para combatir al narcotráfico y crimen organizado en la frontera con México.

 

Además, Guatemala apuesta a la instalación de nueve bases militares, como las inauguradas en junio pasado: la Brigada Especial de Operaciones de Selva, ubicada en el departamento de Petén, y la Segunda Brigada de Policía Militar, instalada en la población de San Juan Sacatepéquez.