Al director técnico más tormentoso, José Mourinho, está por seguir el futbolista más tormentoso, Luis Suárez.

 

Si, como se da por hecho, el atacante uruguayo ficha por el Real Madrid, los racimos de goles están garantizados, pero muy probablemente también los escándalos y polémicas.

 

Dice que quiere dejar Inglaterra por estar fastidiado de la prensa británica: la persecución a la que ha sido sometido, las dobles morales tan propias de los tabloides británicos, el reflector siempre colocado en cuanto hace o dice… Pero tampoco puede eludir buena porción de culpa por el trato que ha recibido. Mucho antes de que se integrara al Liverpool, en donde hablando desde perspectiva estrictamente deportiva ha sido un goleador implacable, la estridencia ya perseguía al charrúa de 26 años. En el Ajax, donde superó los 100 goles en tres años y medio, trascendió una imagen en la que mordía el hombro a un rival.

 

Llegado el Mundial 2010, brilló con la selección de su país, pero por siempre será debatido éticamente el instante en que metió la mano en el minuto final del tiempo extra, impidiendo en plena línea el gol de Ghana; el resto es historia con Suárez expulsado, el penalti fallado y los uruguayos posteriormente metiéndose a semifinales. La realidad es que una abrumadora mayoría hubiera frenado el balón de esa forma como último recurso de vida, pero desde entonces todo lo que hizo se magnificó.

 

Meses después era acusado de insultos racistas por Patrice Evra y tras cumplir una larguísima sanción, se negaba a estrechar la mano del defensor francés. Para entonces, ya se le veía como enemigo público en Inglaterra (tanto que le castigaron con más rudeza que a John Terry por un incidente similar). Sus goles y capacidad depredadora en el área no lograban aplacar los clamores populares en su contra. Y Suárez, ensimismado en la idolatría que le profesaban las gradas del Liverpool, en ese conmovedor cántico de “Nunca caminarás solo”, no se ayudaba: agresiones en la cancha, patadas y puñetazos, insultos a la tribuna, uso de la mano para anotar a un rival de tercera división en la copa, una nueva mordida ahora contra Branislav Ivanovic del Chelsea que le costó sanción de 10 partidos, provocación en un festejo a pocos metros del director técnico que lo había acusado de tirarse clavados en el área, declaraciones que evitaban los políticamente correctos lugares comunes de arrepentimiento y más bien sacaban a la luz a un personaje denunciante de persecución: “Se han dicho cosas que son mentiras y eso a uno lo calienta. Mi familia también sufre. Se han sobrepasado los límites”, decía el jueves.

 

Ese es Luis Suárez, el que según el diario Marca, ya ha convenido su traspaso al Real Madrid. Hábil, rápido, potente, rematador desde cualquier punto, brillantísimo delantero que podría formar junto a Cristiano Ronaldo un ataque de miedo… Tormentoso jugador que, si no cambia su comportamiento, podría mantener aguas alborotadas en el Madrid posterior al director técnico que más cómodo vive agitándolas.

Twitter/albertolati

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