SIDNEY. Las autoridades del norte de Australia han autorizado este jueves el sacrificio de unos 10 mil caballos salvajes famélicos y sedientos a los que consideran una amenaza para el medio ambiente de la zona desértica que habitan.

 

La medida ha sido adoptada por el Consejo Central de Tierras del Territorio del Norte, el organismo que gestiona un área aborigen de una extensión de 771,747 kilómetros cuadrados, y estará vigente hasta mediados de junio próximo.

 

“Nadie quiere ver sufrir (a los caballos), especialmente los dueños tradicionales de la tierra que aman a los caballos, pero ellos son conscientes de las consecuencias derivadas de un descontrol de su población”, expresó David Ross, el director del consejo.

 

Ross había señalado a principios de mayo que no había sido fácil adoptar la decisión de sacrificar a los caballos, pero consideró que era la mejor solución.

 

Como es difícil acceder por vía terrestre a la zona llamada Tempe Downs, situada a unos 300 kilómetros al suroeste de la ciudad de Alice Springs, el organismo ha dado permiso para perseguir a las manadas de caballos con helicópteros y dispararles con rifles desde el aire.

 

Los helicópteros se han utilizado anteriormente en Australia para controlar la población de camellos en las zonas más remotas del país.

 

Las organizaciones de defensa de los animales consideran que una matanza a esta escala es una acción inhumana y aseguran que el método elegido para matar a los caballos causará el sufrimiento por muerte lenta de todos aquellos ejemplares que resulten heridos por los disparos realizados desde los helicópteros.

 

También a estas organizaciones les preocupa que la dispersión de los cadáveres provoque efectos como la proliferación de animales depredadores, entre ellos los perros y gatos salvajes que ya ahora son un peligro para el ganado y las especies nativas.

 

Los caballos se han multiplicado de forma descontrolada y vagan por los inhóspitos territorios de la región central de Australia. Según datos oficiales, la población de caballos salvajes en 1830 era de 14 mil ejemplares y dos décadas después había aumentado hasta los 160 mil.

 

En esta árida región, cada año muchos equinos mueren por falta de comida y agua.