Hemos pasado algunos de los más turbulentos meses en la historia del ciclismo. Meses que hicieron desengañarse de este deporte a quienes todavía alguna fe tenían. Meses en los que se desencantaron los pocos que se mantenían fieles a las grandes carreras ciclísticas. Meses en los que se suplicó a apasionados y a no iniciados, dar una nueva oportunidad a Giro de Italia, Tour de Francia y Vuelta de España, permitir un inicio de cero, un borrón y cuenta nueva, sin trampas y sustancias prohibidas de una vez por todas.

 

El punto culminante ha sido, ni duda cabe, la implosión del fenómeno Lance Armstrong, la caída del monolito, el final de sus mentiras. Primero fue destituido de sus siete coronas en el Tour de Francia, para después verse orillado a admitir la farsa bajo la cual se había parado no sólo en lo más alto del pedestal histórico de este deporte, sino también del sueño americano. Apenas 30 segundos de la entrevista que le efectuó Oprah Winfrey y todo estaba claro.

 

-¿Alguna vez utilizaste sustancias prohibidas para incrementar tu rendimiento ciclístico?

-Sí.

-¿Fue alguna de esas sustancias el EPO?

-Sí.

-¿Alguna vez usaste dóping sanguíneo o transfusiones sanguíneas para incrementar tu rendimiento?

-Sí.

-¿Utilizaste cualquier otra sustancia prohibida como testosterona, cortisona u hormona de crecimiento humano?

-Sí.

-¿En todos los Tours de Francia que ganaste, ingeriste sustancias prohibidas o dóping sanguíneo?

-Sí.

-¿Era humanamente posible ganar el Tour de Francia sin dóping, esas siete veces?

-No, en mi opinión no en esa generación. Yo no inventé esa cultura, pero tampoco traté de frenar esa cultura.

 

Paralelamente al desenmascaramiento de Armstrong, se realizaba en España la investigación por la Operación Puerto. El doctor Eufemiano Fuentes era llevado a juicio y temblaban numerosos deportistas, la mayoría ciclistas pero también atletas, boxeadores, gimnastas e incluso futbolistas (llegó a especularse -sin que se probara- que clubes como la Real Sociedad o los mismísimos Real Madrid y Barcelona, pudieron ser suministrados por éste, uno de los mayores ingenieros del dopaje en la historia).

 

Todo ese preámbulo porque este fin de semana comienza la primera de las tres grandes justas ciclísticas del año: el Giro de Italia.

 

Ya desde unas ediciones atrás, para ser exactos cuatro o cinco, el control de sustancias ha sido otro. La WADA (agencia mundial antidopaje) ejerció fuerte presión para acabar con tan desfachatada pantomima, de la que diversos intereses económicos se beneficiaron (fácil ensañarse con los pedalistas, pero la complicidad salpicó de podredumbre a toda instancia de esta disciplina). Se instauró el pasaporte biológico que limita en buena medida el margen de dóping, aunque siempre tendremos un enigma abierto: si antes de detectarse el Epo, todos lo ingerían, ¿qué se meten ahora los deportistas que no logre ser detectado?

 

El prólogo a este Giro italiano no ha sido especialmente sano. José Rujano, competidor venezolano, fue dado de baja de su equipo por temores a una implicación en dopaje. A eso se añade que un par de días atrás cerraron las investigaciones por la Operación Puerto de la manera más absurda y menos convincente. Un tribunal ordenó destruir las 200 bolsas de sangre confiscadas a Eufemiano Fuentes, con lo cual ya no sabremos con precisión quién estuvo implicado en esa maraña. Para colmo, el castigo de Fuentes se limitó a un año de prisión, mismo que no tuvo que ser cumplido. Lo que iba contundente y prometía respuestas en España, terminó hermético y nada esperanzador.

 

Con toda razón, el Comité Olímpico Internacional y WADA, reaccionaron con molestia. Arne Ljungqvist, director de la comisión médica del COI, decía: “Fundamentalmente, es equivocado desde el punto de vista de realizar una batalla eficiente contra el dopaje”. Al tiempo, David Howman de la WADA agregaba: “es especialmente decepcionante e insatisfactoria para toda la comunidad antidopaje”.

 

El Giro arranca y, suspicacias o credibilidades al margen, los favoritos hablan inglés, tal como viene siendo la nueva tónica del ciclismo de ruta. En una entrevista que realicé a Miguel Indurain, multicampeón del Tour francés, me explicaba que un cambio en la cultura anglosajona ha posicionado a nuevas potencias ciclísticas: el bici-turismo y las ciudades amigables para el ciclista, han cambiado tendencias y ganadores. Así, los australianos presumen a Cadel Evans y los británicos a Bradley Wiggins, ya con su título nobiliario de sir. Éste último es visto como favorito a la gloria en el Giro, después de haber concedido a Inglaterra su primer título en Tour, al que añadió el oro en Londres 2012.

 

Su Santidad, el Papa Francisco, ha bendecido la maglia rosa que porta el líder de este certamen, en una nueva muestra de la pasión del Sumo Pontífice por el deporte.

 

En fin. Abren tres semanas apasionantes de ciclismo a lo largo de la bota itálica. Una tradición que supera al siglo contempla a esta justa. Inmensos afanes de recobrar la credibilidad perseguirán a los ciclistas, pueblo por pueblo, montaña por montaña, pedal por pedal. Formalmente, aunque de forma extraoficial eso sucedió desde su último retiro, abrimos la era post Lance Armstrong en el ciclismo por etapas.

 

@albertolati

 

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