Los esotéricos o supersticiosos tendrán una vez más argumentos para probar sus sospechas futboleras: por séptima ocasión en 28 años de historia, el estadio La Corregidora de Querétaro ha visto descender a un club.

 

Cuentan que el origen de este maleficio radica en haber edificado dicho escenario sobre un viejo cementerio. Otros dicen que se debe a pugnas directivas cuando iba a ser construido, las cuales habrían derivado en que alguien profiriera una maldición.

 

La realidad es que numerosas instalaciones deportivas a lo largo de la historia han sufrido muchos descensos de equipos denominados yo-yo, es decir, que suben y bajan de categoría constantemente. Lo que hace espeluznante al caso del estadio queretano es que han sido franquicias distintas, incluso con nombres y escudos diferentes, las que han terminado por caer al precipicio de segunda actuando como locales en tal inmueble.

 

Cobras de Querétaro descendió en 1987, los potros de Hierro del Atlante en 1990, Querétaro FC en 1994, TM Gallos Blancos en 1995, el Querétaro desapareció por irregularidades en el 2004 y los Gallos volvieron a tropezar en el 2007. A eso se deben añadir entidades que no bajaron de primera sino de otra división menor, como en 1992, 2000 y 2001.

 

Una pena para esa maravillosa afición que sigue sin disfrutar de los resultados que merece. Otra vez el Querétaro tendrá que militar en el segundo escalafón del futbol mexicano.

 

Desde un mes atrás parecía inminente la nueva constatación de este maleficio, pero el plantel queretano luchó heroicamente por el milagro. Requerían básicamente de cuatro resultados para llegar con vida a la última jornada y entonces depender de sí mismos: que durante dos jornadas seguidas (la 15 y la 16) ellos ganaran y Puebla no sumara ningún punto. La semana pasada así se dio, pero en ésta los poblanos sacaron dramáticamente el empate y ya de nada valió la victoria del Querétaro en casa de las desoladas Chivas. Así, el duelo de la última fecha, precisamente entre los dos cuadros implicados, ya será una mera formalidad, toda vez que el Querétaro tendría que imponerse al Puebla por 11 goles, algo muy -pero demasiado- poco factible.

 

Así este estadio, funcional y espléndidamente mantenido en una de las plazas más futboleras del país, hace tan curioso honor a quien le da nombre: la corregidora Josefa Ortiz de Domínguez, heroína de la independencia mexicana. Traicionada en su intento de comenzar la sublevación anti-española, ahora presta su nombre a un escenario traicionado por sabe nadie qué maldita razón.

 

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