Olimpo Bajo Fuego(Dir. Antoine Fuqua)

 

Paranoia militarista y nacionalismo exacerbado son los ingredientes que mueven a Olimpo Bajo Fuego (Olympus has Fallen), octavo largometraje del norteamericano Antoine Fuqua (famoso por Training Day, filme que le diera su segundo Oscar a Denzel Washington) y que llega justo cuando la crisis en Corea del Norte amenaza con consecuencias bélicas.

 

Ante la gravedad del conflicto, Hollywood ha hecho lo consecuente en estos casos: convertir a los coreanos en los nuevos malos del cine de acción (antes fueron los árabes y mucho antes los rusos), recurriendo de nueva cuenta al presidente de Estados Unidos como el primer mártir de la patria de las barras y las estrellas.

 

Mientras que en filmes como Independence Day (Emmerich, 1996) o Air Force One (Petersen,1997) el presidente norteamericano no sólo era un adalid de la libertad y la democracia sino que, bajo el traje y la corbata, escondía a un héroe de acción listo para patearle el trasero a terroristas o alienígenas por igual, en esta cinta, el primer mandatario estadunidense (Aaron Eckart, cuyo agente insiste en conseguirle pésimas películas) queda relegado a una mera damsel in distress que no podría salvar al país de la amenaza coreana si no fuera por la ayuda del last man standing, Gerard Butler, a quien lo que carece de actor le sobra de altura y músculos.

 

Estados Unidos, tiempo actual. Mike Banning (Butler, ocultando como puede su acento irlandés) es un ex agente del servicio secreto que luego de un accidente es relegado a un trabajo de escritorio. Al tiempo ocurre un ataque a la Casa Blanca, quedando el presidente y parte de su gabinete atrapados en el búnker del lugar, cuyo nombre clave -ahora sabemos- es Olympus. En la confusión, Banning logra entrar, siendo la única opción para rescatar al presidente, matar a los malos y quedarse con la chica.

 

Habría que reconocerle a Fuqua el buen armado de su muy emocionante secuencia de asalto a la residencia presidencial, tanto que incluso pareciera peligrosamente plausible un ataque de esa naturaleza. También llama la atención el nivel de violencia gráfica del filme, que raya en el odio hacia el enemigo; y es que el director jamás duda en ser sangriento y brutal en las escenas donde muestra la venganza del héroe contra los terroristas.

 

Ya que el polvo se ha disipado, resulta evidente que estamos ante una triste y desganada copia de Die Hard (McTiernan, 1988), la mítica cinta que protagonizara Bruce Willis y redefiniera a la figura del héroe de acción. La cantidad de “semejanzas” que Olympus… comparte con Die Hard es amplia: en ambas el villano se viste de traje y se hace pasar por persona respetable; héroe y villano se comunican sarcásticamente por radio; en algún punto de la trama uno de los malos se hará pasar por bueno; el gobierno cometerá un error al mandar un ataque aéreo que los terroristas esperaban y repelen; el personaje negro (un atribulado Morgan Freeman que apenas y desquita el sueldo) es el único que confía en el héroe…, sólo faltaba que Butler gritara “Yippie ki-yay, motherfucker!“.

 

Apta para verse en la televisión o en algún camión rumbo a Guadalajara (por decir algo), más valdría revisar la Die Hard de McTiernan, todo un clásico que revitalizó a un género que pide a gritos ser nuevamente rescatado por un héroe duro de matar.

 

Olympus has Fallen (Dir. Antoine Fuqua)

1 de 5 estrellas.

 

Con: Gerard Butler, Aaron Eckart, entre otros.